domingo, 6 de diciembre de 2020

dios por un día


junto a mi casa
pusieron una iglesia
de los testículos de jehová

todos los días celebran reuniones

los sábados le cantan a jehová
los domingos alaban a jehová
los lunes le lloran a jehová
los martes le rebuznan a jehová
los miércoles le recitan poemas de paulo cuello a jehová
los jueves le lanzan unos mugidos que parecen vacas a jehová

los viernes le rezan a jehová 
para que venga a llevárselos fuera de este mundo infestado de borrachos y fornicadores
y los conduzca luego a la colina brillante al final del arcoiris

todos los días cagando la estaca con su mentado jehová de los cojones

que si jehová tú eres la verdad y la belleza
que si jehová contigo a mi lado no necesito el alcohol y las putas para ser feliz
que si jehová esto y jehová aquello y jehová lo otro y lo de más allá

por supuesto los vecinos ya estábamos hasta la madre de jehová

tanta puta canción 
tanto puto lloriqueo
tanta puta frasecita pedorra y mamona fusilada del pendejo de paulo cuello

incluso el mismo jehová ya estaba hasta la madre de tanto puto mamoneo

esa fue la razón por la que la semana pasada descendió por fin de las alturas celestiales
y vino a echar un vistazo acá abajo

lo sé porque se equivocó de puerta y en lugar de tocar en su iglesia
apretó el timbre de mi casa a la hora de la siesta y justo mientras yo 
me estaba haciendo una paja de emergencia

ding-dong

"¡puta verga, quién chingados llamará a estas horas!"

me guardé el chisme en el pantalón y fui hasta la puerta y abrí

afuera estaba el mísmisimo jehová de los cojones en completo estado de ebriedad

me aparté y lo invité a pasar
lo llevé al sillón y le ofrecí algo de beber
nos tomamos una cerveza sin hablar, como si hubiéramos sido dos viejos compinches
que se reencuentran después de 20 años y saben que nada ha cambiado entre ellos

luego jehová se sinceró conmigo

¡me tienen hasta el culo esos hijos de puta de al lado, villa!

tanta puta cancioncita llena de amaneceres y valles floridos
tanto puto lloriqueo
tanta putas mamonadas copiadas de ese cagado de paulo cuello

nos acabamos la primera cerveza y fui por otras dos

todas las noches regreso a la mansión celestial -siguió diciendo jehová-
harto y cansado después de haberme pasado todo el puto día
tratando de que las criaturas del universo dejen de matarse entre ellas y se dediquen mejor 
a beber y fornicar tranquilamente...

y entonces me tiro en el sillón a tomarme un trago para relajarme
y justo en ese momento oigo cómo los hijos de puta de aquí al lado 
comienzan a invocarme y a repetir mi nombre una y otra vez hasta la extenuación:

que si yo soy la verdad y la belleza eterna
que si yo estoy con ellos no les hace falta ni beber ni coger para sentirse de puta madre
que si yo voy a sacarlos de esta puta tierra llena de cerdos borrachos y fornicadores
para llevarlos cuanto antes a la colina brillante al final del arcoiris

la verdad es que estoy hasta los huevos de ser quien soy,
de tener que fungir como esa figura amorosa que recibirá en sus brazos 
y colmará la sensación de vacío y hará sentirse realizado
a todo aquel ser incapaz de procurarse por sí mismo
y a través de la saludable práctica del bebercio y la jodienda
la dosis de gratificación y concupiscencia necesaria 
para no sentir que la propia vida es una puta mierda

¿te cambiarías por mí aunque fuera una semana, villa
para que yo pueda descansar así de la puta chinga que implica ser quien soy
-el amo absoluto de todo el jodido universo y sus alrededores-
y pasarme unos cuantos días desconectado de la miserable realidad de mi existencia?

desde luego, de pendejo iba a declinar aquella irresistible proposición
y apenas hubo acabado jehová de sugerirlo
y manifestado yo mi aquiescencia a intercambiarnos los papeles,
cuando empecé a sentir cómo mi cuerpo se llenaba de una sustancia etérea omnipresente
y me embargaba enseguida una gran energía y poder cósmico sobrenatural infinito

¡puta madre, me siento como si fuera el jodido superman!

ahora tienes el control del universo en tus manos, villa
y eres dios y la hostia hasta el infinito y más allá

¿entonces puedo pedir que sucedan dos cosas? -le pregunté a jehová-

todas las que quieras, villa; acuérdate que ahora tú eres el jefazo máximo del jodido congal

pero no quise abusar de mis recién adquiridos privilegios
así que sólo hubo dos cosas -en mi infinita omnipotencia y sabiduría-
cuya ocurrencia me complací en ocasionar sin más falta:

la primera fue provocar un temblor de 6 grados en la escala de richter
con epicentro justo debajo de la puta iglesia de al lado
-y que al final la hizo colapsar y dejarla convertida en escombros-

y la segunda fue poner a jehová de rodillas para que me ayudara a terminar

lo que estaba haciendo cuando el hijo de la chingada tocó a mi puerta aquella tarde





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