domingo, 20 de enero de 2019

balada luctuosa para una madrugada de invierno


oh mañanitas resacosas de mis treintaitantos
aderezadas con vomitonas, jaquecas, temblorina y taquicardia
y aquel puto deslumbre de la luz del sol que amanecía
clavándoseme en las pupilas apenas conseguía yo despegar los párpados
porque la borracha con la que vivía en ese tiempo
odiaba las cortinas oscuras y había puesto en las ventanas del depto
unos pinches velos de tul de colores suaves
confeccionados con retazos que le habían sobrado después de hacerse
media docena de blusas del tipo holgada con tirantes
como las que le gustaba ponerse según ella por frescas
aunque yo siempre sospeché que en el fondo
lo hacía para poder enseñar mejor las tetas

oh mañanitas de pesadilla de mi etapa más autodestructiva
hechos ya entonces mierda mis hermosos sueños de veinteañero idealista
que viera fracasar una y otra vez sus reiterados intentos
por hallar aquel amor puro y verdadero que lo haría alcanzar las estrellas
y ocupado su lugar por la tóxica y obsesiva lectura
de bukoski, celine y otros putos amargados como ellos
-que no se me olvide mencionar a kafka-
y por la determinación de beberme todo el puto alcohol del mundo
y cogerme a todas las putas que se me pusieran enfrente

oh mañanitas de mierda de aquella pequeña época jodida
precedidas de madrugadas bebiendo como un cosaco
en barecitos de putas de tres al cuarto
donde el alcohol y la oscuridad me quitaban por unas horas
la asquerosa sensación de ser un puto perdedor inadaptado
condenado a no poder nunca asomar la cabeza fuera de
las inmundas cloacas del submundo en que transcurrían mis días

oh mañanitas nauseabundas de mi matrimonio suicida con mayra
plenas de sexo a primera hora, cerveza fría y una buena mamada
para echar otro palo antes de dormir la mona
y recuperar fuerzas de cara a coger el pedo nuevamente al despertar
porque nos estábamos haciendo viejos -yo de 30 ya, ella de 27-
y antes de acabar inválidos, decrépitos y encerrados
en el asilo municipal para momias vivientes
habìamos decidido optimizar los escasos buenos años aún sobrantes
consagrando nuestra vida a coger, beber alcohol, fumar 10 cajetillas diarias de marlboro y
mandarnos mutuamente a la mierda cada dos semanas
para poder culear con otros y desaburrirnos de vernos la jeta

oh mañanitas sodómicas y gomórricas del ecuador de mi vida
corroídas ya de años atrás por el cáncer del tiempo y el óxido del desengaño
hoy que mi pasado ya es ceniza y niebla
y se volvieron espectros quienes en su día lo poblaron con su cuerpo, su sexo y su risa;
(hoy que mi corazón es un perro que ladra bajo la lluvia en una noche ventosa y fría)
hoy escribo este poema para que siquiera permanezca,
en el infinito desierto del olvido que cruzamos,

una triste huella de todas las cosas que fuimos antes de volvernos polvo






2 comentarios:

  1. Esa herida siempre abierta que es la memoria...

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  2. por mucho tiempo que pase, vuelvo y sigues igual jajjajjaja

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