domingo, 25 de marzo de 2018

mayra


nuestro nido de amor era un jodido departamento de paredes sucias
en la segunda planta de un multifamiliar de 4 pisos
constaba de dos cuartos, un baño, cocina con lavadero para ropa
y una pequeña sala con balconcito que daba a la avenida
nos fuimos a vivir allí a los 3 meses de conocernos
en una fiesta de disfraces de halloween
donde yo iba caracterizado con mi natural disfraz de alcohólico perdedor de mierda
y ella no tuvo que disfrazarse de nada porque había nacido bruja y aquel era su día
metimos un par de sillones, un refrigerador, una estufa
una cama, dos sillas, armario, televisión
un aparato de radio de dos bocinas con reproductor de cassettes
y algunas cazuelas y otros utensilios de cocina
en aquella televisión vi las olimpiadas de corea
la muerte de diana, la explosión del challenger
y cientos de soporíferos partidos de futbol de la liga mexicana
en aquel par de sillones me pasé incontables días
alcoholizándome con whisky, tequila y cerveza
mientras tocaba una y otra vez mi cassette con los grandes éxitos de juan gabriel
y fantaseaba con la idea de que en el futuro
y en cuanto consiguiera dejar la botella
escribiría un bestseller y me volvería millonario
y mandaría a mayra a la chingada y la sustituiría
por una bellísima y jovencísima modelo sueca de largas piernas
que me la chuparía sin parar mientras recorríamos
europa de arriba abajo en un puto ferrari último modelo;
hasta tanto ese día no llegara, sin embargo
me resignaba a echarle dos o tres palos diarios a mayra
en aquella cama de segunda que habíamos comprado en un bazar
y cuyo armazón terminó rompiéndose a los pocos meses
por exceso de ajetreo fornicatorio sumado a lo voluminoso
de mi puta barriga y el pedazo de culo que tenía mi chica;
en este punto del poema supongo que podría ponerme romántico
y decir que mi corazón sangra cada vez que recuerdo aquellos años
decir que extraño a mayra y el hecho de vivir con ella
decir que algunas noches lloro porque después de mayra
nunca volví a encontrar el amor y porque de ella no tengo
ni siquiera una puta foto para recordarla
pero lo cierto es que soy un hombre con el corazón de piedra
soy un perro insensible que nunca sintió demasiado afecto por nadie
y por el que nadie ha sentido nunca un gran afecto
lo de mayra conmigo fue un coito inacabable regado por generosas raciones de alcohol
aquel puto colchón tirado en el piso era como un agujero negro
del que nunca podíamos separarnos demasiado tiempo antes de volver a caer en él
para volver a conectarnos uno a la otra a través de nuestros genitales
no era amor ni era entendimiento mutuo ni era comunión mística de dos almas gemelas:
era simple y llanamente la puta calentura que nos quemaba por dentro
era mi verga que nunca se hartaba de aquel culo insaciable y voraz
era yo borracho perdido metido en aquel culo sin fondo
era yo y mi tristeza soñando con alguna sueca jovencísima y bellísima
que esperaría por mí todo el tiempo necesario hasta que yo por fin
pudiera arrancarme del hechizo en que me tenía sumido aquel culo del averno;
y puede que además de coger con ella -quién sabe-
me gustaran también los ojos de mayra
y puede que su sonrisa tuviera un encanto especial
y puede que el puto amor en realidad no se trate más que de eso:
un magnetismo de la carne que te mantiene atornillado a un cuerpo ajeno
una canción en la sangre, una tarde lluviosa en la montaña

o un poema en que josé villa dice que nunca llora en las noches con el corazón hecho mierda







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