miércoles, 22 de febrero de 2017

aquella casita junto al mar


oh, casita junto al mar donde yo bebía cerveza
y tenía ilusiones y era todavía un pendejo
aquel verano del 72
cuando por primera vez mojé mi nabo en tu coliflor
sin saber que tu coliflor era
practicamente como la plaza del pueblo:
un lugar para el esparcimiento de todo el mundo
y donde cualquier cabrón se sentía
con derecho a meter el nabo

oh, casita junto al mar donde tanto me crecieron los cuernos
aquel puto verano del 72
cuando yo me embarcaba a diario en mi pequeño bote pesquero
aspirando a brindarte un mejor nivel de vida
y tú aprovechabas mi ausencia para culear de lo lindo
con todo aquel ejemplar masculino que se te antojara
-y cada día se te antojaba uno distinto-
en mi propia cama, toda la mañana y parte de la tarde
hasta un poco antes de caer la noche
hora en que yo volvía del mar con mi humilde cargamento de peces
cansado y hambriento y sin embargo feliz
porque pronto volvería a hallarme entre tus piernas y podría entonces
incrustar el nabo hasta el fondo de tu coliflor

oh, casita junto al mar cuyas blancas paredes
se tiñeron de sangre cierto mediodía de agosto del 72
cuando yo me vi obligado a interrumpir mi jornada pesquera habitual
al ser informado por la guardia costera
que un temible huracán se aproximaba al puerto
y así, después de resguardar mi pequeño bote
en lo alto de un risco inaccesible a la marea
encaminé mis pasos alegremente hacia tus brazos
pensando en la gran sorpresa que sin duda te llevarías
al tenerme otra vez de vuelta en casa
en lo feliz que ello te haría, la prisa que te darías
en bajarte las bragas y ponerme el culo
para que yo procediera a encajarte el nabo en tu coliflor

oh, casita junto al mar por la que me dieron
apenas 5000 jodidos pesos cuando la vendí
-no me quedo otra que aceptar la primera oferta que me hicieron-
mierda de dinero que sólo sirvió
para pagarle al abogado más pendejo de toda la república
y un puto cajón y un agujero
en la parte más abandonada al fondo del panteón municipal
donde algún día, ya que termine de cumplir
los 75 años de condena que me dieron por clavarte en el cuello
el cuchillo para filetear pescado
iré a llevarte unas flores y a recitarte un poema...

si antes no me llevan otros con las patas por delante





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