lunes, 20 de febrero de 2017

el magnífico guardián de la galaxia


enviado a los confines de la galaxia para detectar y avisar de posibles aproximaciones
de flotillas de naves armadas no identificadas en formación de ataque
transcurro los interminables días de guardia sumido en un profundo letargo
y empiezo a sospechar ya que mi nombramiento como vigía estelar
fue sólo un ardid empleado por mis enemigos para deshacerse de mí
y que si vuelvo sería asesinado

la principal razón de mi sospecha es que nunca en la historia fuimos atacados
nunca llegó una nave a nuestro planeta ni siquiera un mecanismo no tripulado
nunca una onda de radio una vil bacteria extraterrestre incrustada como fósil en algún pedrusco
nunca el más ligero rumor procedente del eterno silencio la insondable tiniebla cósmica

sin embargo no por ello descuido las tareas confiadas a mi cargo aun lastrado por la infernal desidia
la sensación de inutilidad que entraña seguir cada día al pie de la letra los procedimientos de rutina
engrasar partes móviles del equipo mantener niveles básicos de avituallamiento
revisar baterías del transmisor cerciorarse de pantalla del radar
comprobar visualmente la ausencia de cualquier cosa en la infinita vastedad del firmamento
mandar parte diario sin importar que cada uno de los partes que he mandado
cada día religiosamente a lo largo de todos los años que llevo montando guardia aquí
haya consistido siempre en el mismo escueto "nada que reportar"

hojeo a veces los apuntes de la bitácora que llevo por reglamento:
día tranquilo fumé un par de cigarrillos me la casqué sin ganas
vuelvo a no poder defecar reanudé tratamiento antidepresivo
tormenta de rayos gamma hace mutar en tomates mis plantas de mariguana
petición de ser relevado sigue sin ser contestada quizás debería simplemente desertar
leve inundación en la cocina por avería en el drenaje
aniversario de bodas ya ni siquiera recuerdo cómo es mi mujer

sueño con frecuencia con enormes contingentes de naves irrumpiendo de pronto
desde las oscuras regiones que se extienden al otro lado de la galaxia
y atravesando el cielo por encima de la barraca donde por lo regular pernocto
como una parvada de pájaros antediluvianos desplazándose miles de kilómetros por segundo
pero aun así demorando semanas en pasar de largo dadas sus monstruosas dimensiones y dado que
componen un convoy de millones de artefactos todos ellos equipados con un poder destructivo
capaz de hacer polvo cientos de miles de veces en cuestión de segundos
incluso estrellas un millón de veces más grandes que el sol

comprendo que estoy condenado a permanecer en este lugar hasta mi muerte
porque no hay forma de tener la menor certeza respecto a lo que pueda acechar
en la inabarcable desolación que se prolonga más allá de mi puesto de vigilancia
pues tanto pudiera no haber siquiera un triste ejemplar de organismo unicelular
como por lo contrario existir un billón de civilizaciones armadas hasta los dientes y dispuestas
a aniquilar sin miramientos cualquier manifestación de vida con que se encontrasen
de todos modos sólo terminaría mi misión aquí una vez que hubiéramos sido atacados
y la tierra quizás borrada del espacio o expulsada de su órbita y vuelta un cometa
siendo por tanto mi única opcíón resignarme a no moverme y no esperar nada

no voy a terminar este relato con ninguna frase rotunda como la oscuridad que me rodea solo
diré que los tomates con queso y lechuga y pepinos hacen una

buena ensalada




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