cuántas botellas de tequila nos habremos chingado, mi querido chuyito
en aquel puto congal a las afueras de san vicente
¿te acuerdas, cabrón?
¿te acuerdas de aquellas putitas de cortas faldas sentadas en nuestra piernas?
¿te acuerdas de lo fácil que era sacársela uno y así como no queriendo
ellas agacharse poquito para clavársela bien adentro y hasta arriba?
¿te acuerdas las noches que nos amanecimos ahogados en alcohol?
¿te acuerdas, hijo de la chingada, qué vida aquella?
pero qué pendejo estoy, ¡cómo vergas te ibas a acordar!
cómo chingados te vas a acordar si tienes ya 3 meses viviendo como un puto vegetal
qué jodidos fuimos a terminar quedando, chuyito
tú babeando idiotizado por culpa de toda la mierda que te metiste por la nariz
yo viejo y reumático, con el hígado hecho cagada y
metido en un jodido cuchitril donde se me van las noches
recordando los buenos tiempos que
duraron un suspiro y se acabaron y parece como si nunca hubiesen sido;
a veces, chuyito, me pregunto
cuál será el secreto de esos hijos de puta
que llegan a los 50 y tienen su casita y su carrito y su mujercita todavía guapa y
su puto perro
con el que salen a correr 10 vueltas a la manzana todos las mañanas;
y no sé,
a lo mejor la cagamos viviendo como vivimos, pinche chuyín
a lo mejor pensamos que la vida era tan fácil como aquellas cabronas putitas calientes:
un asunto nomás de meterla y sacarla y a otra cosa mariposa
pero parece que no
que no era así, chuyito, la puta vida no era así de fácil
pero ni modo ya nos tocaba tener que cagarla aunque lo bailado quién nos lo quita
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