sarco lange
uno norte
verbo daño
jamás te recorrí
la península
ni el agravio
yo te recorrí
la impaciencia
las uñas rotas
el pulso tierno
o la poesía
la cursiva que te asomaba musgo
entre las piernas
cuando te ponías a parirme sin fervor
te recorrí con estas mismas putas zapas roñosas
llenas de espinas y de cardos y de cuanta mierda puedas llegar a imaginar
hice cima siempre hice abismo
y no pagué las cuentas en los restaurantes
por estar muerto de asnos
hice como que no me dolía la carne
mientras dale que dale tomando kilos de Tramadol a todas horas/ para calmar este fiero dolor al brazo que no me deja dormir hace meses/ el hormigueo bastardo que me baja hasta la mano/ el no sentir el lado derecho durante el día/ el pensar cada noche que cuando despierte quizás ya no voy a poder hacerlo/ que amanecer tieso es una opción tan poco delicada como ver un gallo/ agazapado en la sala de máquinas de algún carguero/ y decirle "cántame tres veces al oído/ pero niégame cuatro/ que llevo el verbo daño en los bolsillos
como una crisis desesperada
que me crece infame en los labios del mar"
recorrí los cerros de San José de Maipo
en mañanas azules/ absolutamente heladas
completamente locas en la tos hambruna
del hombre violado
recorrí la costa de Chile
como si no me importara nada
me olvidé de Conchitas y Giuseppes
de cómo abrocharme el silencio
cuando tenía ganas de gritar
estuve en los pastizales
que ardieron el mismo día
en que ardió Valparaíso
y vi ratones escapar
con los ojos ensangrentados
y furiosos
me fui a Los Andes una tarde imposible
en que anunciaron lluvias por sobre lo normal
partí sin paraguas/ con camiseta
y un jersey café que me quedaba grande
ya en el autobús se desató el aguacero
y para hacer aún más trágico el pequeño vuelo/ casi llegando al peaje que hay en San Felipe/ una persona yacía muerta en medio del asfalto/ cubierta por unos delirantes plásticos amarillos
la había arrollado una camioneta
la mujer que conducía estaba en la berma
sentada y con las manos tapándose la cara
en medio de una crisis demencial
un policía trataba de calmarla sobándole la espalda
pero ella era un solo temblor
sin rostro
lo más dramático de aquella escena
no era el cuerpo atropellado
ni el sonido infernal que salía desde las radios de los polis
no era ni la sangre
ni las fatídicas balizas de las ambulancias
ni las fatídicas balizas de las ambulancias
no
no era nada de eso
lo dramático
era la lluvia helada
que se deslizaba con una extraña lentitud
por el cabello castaño
de aquella mujer que esa tarde
había matado a una persona
preferí bajarme y hacer el resto del trayecto a pie/ me fui caminando por la orilla de la carretera/ esquivando pozas/ y el agua que me lanzaban los coches al pasar
en la cabeza tenía la imagen
de la mujer que lloraba sentada en la berma
con la cara tapada con las manos
mientras la lluvia
le caía por el cabello
(traté de recordar si era o no castaño
y me di cuenta
que en días de temporal
todos los cabellos son negros)
como no podía fumar/ porque el viento y la lluvia feroz me lo impedían/ entré al Santuario de Auco/ me acerqué a un negocio que hay dentro/ y pedí un café grande
me lo tomé
bajo un techo
tiritando de frío
parecía un indigente
tosía como indigente
miraba como suelen mirar los indigentes
con desconfianza
encendí un cigarrillo/ aspiré esa bocanada de cáncer/ como si estuviese en la gloria/ y la santa que dormía en el templo/ descolgara una de sus estrellas/ para clavármela sin el menor asco
en el centro del pecho
y me empezó nuevamente
a doler el cuerpo
me bajaban taladradas de dolor
desde el hombro y hasta la muñeca
y al llegar a la mano
se me adormecían los dedos
y no podía sostener bien
el vaso plástico del café
porque no la sentía
porque no la sentía
envejecer
nada tiene que ver con la edad
de modo que pagué la cuenta
y arrojé el vaso
en un basurero repleto de estampitas religiosas
fue imposible
reprimir la carcajada
me fui a la costanera/ a esperar el autobús/ que me llevaría de regreso a Santiago
aún estaba empapado
y con el frío susurrándome calvarios en cada jodido hueso
el dolor al brazo me resultaba insoportable
y recordé que en la billetera
llevaba un Tramadol
lo saqué
me lo puse bajo la lengua
y esperé a que se disolviera
como todo
de vuelta nunca supe
si el cadáver seguía allí sobre la carretera
si lo habrían retirado y estaría ya en la morgue
o qué sería de la mujer sentada en la berma
que lloraba con las manos tapándose la cara
y esa lenta lluvia
deslizándose sin pudor por su cabello
no lo supe
y tampoco lo quería saber
porque no me interesaba
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Una frase estremecedora.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu blog :) un saludo.