martes, 20 de mayo de 2014

LA MALQUERIDA. BLOG AMIGO.

Lilí Pizarro y Juancho Velázquez

Lilí Pizarro revolotea frente a mis ojos pero no le hago caso. Insiste casi tocando mi nariz. La espanto de un manotazo. Se va a dar lata con su zumbido catatónico sobre la cabeza de Laura pero no la toma en cuenta embebida en el celular. 
Lilí insiste, quiere probar el filo de su lanza sobre el primero que se deje. Como Laura no la fuma enfila sus baterías sobre el hombre sentado cómodamente en el sillón. 
Frota sus patas, se relame los bigotes (Lilí tiene bigotes porque es mi cuento y conviene a mis intereses de cuentacuentos en paro) lanzándose en picada sobre el hombre. Zum zum zum se oye en el silencio de la sala. La mosquito revolotea incansable, zum zum zum. Nada hay que haga reaccionar al tipo. ¡Me lleva la que me trajo! dice cansada de mover sus alitas. 
La panza le gruñe de hambre, ya no puede más necesita comer. Libar de la sangre de quien sea. Beber el rojo líquido, saciar el apetito voraz que trae desde hace horas porque no ha encontrado a nadie a quien picar.

Parada en lo alto de la lámpara de cuatro focos, pasea la mirada sobre su último objetivo, una dama de buen ver y mejor tocar, quien se encontraba suspirando en el balcón mirando como boba a la luna. ¡Ajajá! Dijo Lilí, ai 'ta, esa es presa fácil. Ojalá porque muero de hambre. 
En seguida limpia la lanza, estira las patas varias veces, frota sus manos y se lanza en picada, ¡Zuuuum! 
De pronto, ¡Mocos! Se oye un aplauso tétrico. Dos manos se abren dejando caer el cuerpo exánime de Lilí. El hombre sentado cómodamente en el sillón la había atrapado en un aplauso sorpresivo. La mosquito cae al suelo desfallecida mientras un chihuahua curioso la olfatea para después irse sin prestarle ya el menor interés.

-RIP- dice un pipiol desde la ventana. Requiescat in pace mientras hace la señal de la cruz sobre su frente velluda.

Pasado un tiempo prudente, Lilí abre un ojo, luego el otro. Estira una pata, luego la otra, luego la otra, luego la otra, luego la otra y al último la otra. Por último revisa que la cabeza esté en su lugar y también su lancita mientras pasea la mirada para ver si no hay peligro. Nada, todos están en la baba viendo la final aburrida de un partido sin chiste. Aprovechando comienza a arrastrarse debajo del sillón cuidando que nadie vea que esta viva. -¡Estuvo cerca!- dice aliviada quedándose dormida.

En la esquina oscura del sillón, Zutanita Brown prepara su telaraña, relamiéndose los bigotes susurra a Juancho Velázquez -su esposo araño- llegó la cena querido.









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