cuando entré en el super 24 a comprar un cepillo de dientes

tú estabas ligeramente inclinada en el pasillo de los desodorantes
-buscando una barra para las axilas o qué sé yo-
y la falda se te había subido por detrás
no mucho, pero con eso bastó 
para que al pasar a tu lado se me pusiera tieso el aparato
como si contemplar las piernas flacas de una mujer de 60
surcadas en las pantorrillas por una fina red de venillas azules
y con las rodillas ligeramente abultadas fuese
una de las más arrebatadores visiones eróticas que un hombre
pudiese gozar sobre la tierra
-sin embargo, tu cara vista de perfil me atrajo: tenía
ese aire de plumífero depredador que tanto me conmueve en una mujer- 
en la esquina del pasillo giré a la derecha
y enfilé hacia la sección de artículos para higiene bucal
donde me hice con un paquete de la irresistible promoción del día
"dos cepillos dentales con mango ergonómico para cepilladas más profundas
y un tubo de dentífrico de 100 gramos con chispitas azules 
más un bote de spray para disimular aliento etílico por 25 pesos"
y después volví sobre mis pasos
tú seguías buscando la barra para las axilas o qué sé yo
sólo que ahora estabas en cuclillas y con la falda 
arremangada hasta el arranque de las piernas y enseñabas las bragas
-de las que pude ver una buena porción azul cielo-
me dieron ganas de abrirme la bragueta 
y pararme a tu lado y ponerte en la boca mi entumecido miembro
no había nadie a la vista en aquella sección de la tienda
y para entonces yo sabía que las bragas
no las enseñabas por descuido
¿habrías gritado si lo hubiera hecho?
¿te habrías puesto en pie y me habrías golpeado con tu bolso
y tal vez escupido a la cara y llamado cerdo degenerado?
realmente no lo creo
lo más probable es que habrías abierto la boca
y te habrías tragado completo lo que te ofreciera
¿por qué entonces no me detuve junto a ti
más que un par de segundos y seguí de largo?
¿por qué si yo sabía que las señales que tú lanzabas
significaban claramente "estoy caliente como una puerca
y no me importa si me clavas aquí mismo en el puto piso"?
supongo que cualquier otro cabrón lo habría hecho
o por lo menos te habría preguntado el nombre
la dirección y si alguna vez querrías salir a tomar un trago
pero yo no lo hice
pagué los cepillos y un seis de cerveza
y de vuelta en mi cuarto me masturbé recordando tus rodillas
y el pedazo de tela azul en tu entrepierna
después me puse a escribir este poema
que no puedo terminar más que reconociendo
(aunque las flacas de 60 son un puto problema
y si están solas se aferran a ti desesperadamente
y después sólo te las despegas matándolas)

"soy un jodido maricón de mierda"