miércoles, 5 de febrero de 2014

JOSE VILLA. POETA ENAMORADIZO Y MASTURBADOR DE SÍ MISMO


vivir es suficiente


como en la mañana no recordé que era su puto cumpleaños

en la tarde que volví del trabajo mi mujer estaba jeta;
se había sentado en mi sillón favorito para ver
una de esas putas telenovelas de mierda llenas de fulanas 
con tetas de silicona y nalgas a reventar de pvc;
desde luego, no había hecho de comer
ni barrido ni trapeado la puta casa
y encima estaba ya en vías de ponerse hasta el culo de whisky
"¡si quieres comer, pide una pizza!"
yo no quería ponerme a discutir
así que cogí el teléfono y pedí una hawaiana
luego agarré el periódico y me metí al baño
y me puse a cagar mientras leía las noticias:
en singapur había temblado y había 10000 muertos
en el metro de moscú había explotado una bomba y matado a 50
en parís había caido un meteorito arriba de la torre eiffel
y dos turistas japoneses habían muerto al saltar al vacío;
con tanta muerte hasta se me empezó a quitar el hambre
imaginé las ciudades de singapur reducidas a escombros
la gente asfixiándose debajo de toneladas de cemento 
los bebés despanzurrados al caerles encima el ático de las casas
hermosas chicas asiáticas de ojos sensualmente rasgados
aplastadas como cucarachas por pesadas paredes de concreto
imaginé también la sangrienta carnicería en moscú
los brazos y las piernas y las narices de los moscovitas
desperdigados a lo largo del subterráneo del metro
las cabezas arrancadas de los cuerpos incrustadas en el techo de los vagones
los perros vagabundos hambrientos bajando a husmear 
entre los restos humanos en busca de un pedazo de intestino 
cuando llamaron a la puerta me sobresalté
me limpié el culo y me subí el pantalón y me lavé las manos
crucé la sala y abrí la puerta de la calle
el repartidor de pizza sonrió mecanicamente
zapoteca con chorizo verde, dijo
yo no pedí esa mierda, repuse, yo pedí la hawaiana
-si hay algo que me causa estreñimiento es el chorizo verde-
alguien canceló la orden original, dijo el repartidor
y pidió a cambio la zapoteca con chorizo verde
esa hija de puta, pensé
pagué la pizza y le di 20 pesos de propina al repartidor
cerré la puerta y me dirigí a la sala
pensé en los cuerpos en descomposición bajo el sol de singapur
pensé en las chicas asiáticas cubiertas por los edificios derruidos 
¿cuántas habrían muerto sin haber hecho nunca el amor?
¿cuántas habrían muerto sin haberse enamorado todavía?
pensé en la hija de puta llamando por teléfono a la pizzería
y pidiendo que cambiaran la hawaiana mientras yo cagaba
saqué la pizza de la caja y me acerqué a mi media naranja
la muy cerda estaba medio echada a lo largo del sillón
¡aquí tienes tu puto chorizo, hija de la chingada!, dije
y luego le aplasté la pizza contra su estúpida cara
no crean que no me remordió desperdiciar 150 pesos 
además me sentía muy sensible por las víctimas de singapur
las víctimas de moscú y aquel par de japoneses voladores
¿por qué morían tantos a diario sin que pareciera existir
la menor finalidad detrás de sus absurdas muertes?
¿por qué las vidas de los que habitamos este jodido planeta
contenían esa desproporcionada cantidad de mierda y sufrimiento?
salí a la calle envuelto en toda clase de lúgubres reflexiones
el cielo al poniente estaba coloreado de un tono malva brillante
las gaviotas volvían a sus refugios para pernoctar
bajé a la playa y me senté en la arena
el mar estaba en calma y sólo de vez en cuando
una leve brisa soplaba a lo largo de la orilla 
cogí un puñado de arena y lo lancé al aire;
millones de años antes aquellos granos de arena
habían formado parte de una inmensa roca;
supuse que alguna conclusión podría extraerse de este hecho
pero me había vuelto el hambre y no estaba de humor
como para ponerme a extraer ninguna puta conclusión de nada
me levanté y volví a casa
a lo mejor lograba rescatar de entre las ruinas de la zapoteca
una rebanada para llevarme a la boca
y si quieren una conclusión aquí la tienen: 
hasta un jodido pedazo de chorizo atorado en el culo es preferible
a quedar hecho mierda en el metro por culpa de una bomba








Última edición por jose villa; 05/02/2014 a las 15:12


enamorarse todos los días


el día se acabó

no pasó nada digno de mencionar
estuve un rato en la playa
hablé en francés con una tipa de montreal
-pero tomando en cuenta que no sé ni puta mierda de francés
en realidad no supe de qué hablamos-
me metí al mar y me mojé la cabeza
luego la tarde se nubló y volví a casa
mañana tampoco ocurrirá nada especial
me sentaré a cagar a primera hora
leeré un cuento corto de alice munro 
cortaré algunas ramas de la enredadera que cubre
la pared por fuera de mi cuarto
miraré al cielo y a la vista de alguna nube
pensaré quizás en la transitoriedad de la vida
en lo poco que sabemos de nosotros mismos o alguna otra 
pendejada filosófica por el estilo de estas
a media tarde me entrará sueño y me echaré 
a dormir la siesta un par de horas
cuando despierte ya habrá anochecido, así que probablemente 
me quede en la cama viendo porno hasta la madrugada
entretanto me masturbaré un par de veces y puede
que consiga dormirme antes de las 2 am
pasado mañana lo mismo: otro puto día inmerso en la vacuidad
quizás decida empezar a drogarme en cuanto me despierte
tocaré a la puerta de la tipa que vive al lado
entraré a su casa por la fuerza y la violaré por segunda vez esta semana
ella hará como que se resiste y gritará "cerdo asqueroso degenerado"
pero ni siquiera meterá las manos cuando la clave al sillón
-quizás deba empezar a buscar otra a quien violar-
de vuelta en casa me sentaré en el balcón y esperaré la noche
y contaré las estrellas a medida que vayan apareciendo en el cielo
podría emplear el resto de mi vida en hacer eso
contar todas las putas estrellas del universo
o anotar en una libreta cada vez que parpadeo
o cada vez que pienso me cago en tu puta madre
de todos modos la cosa no tiene arreglo
vivir consiste en fingir que algo nos importa realmente
-poder leer a proust en francés, por ejemplo
o escalar el everest de rodillas-
en el fondo, sin embargo, sabemos 
que cualquier empresa redunda en el absurdo
-y la muerte se cierne sobre todos nuestros pasos-
enamorarse es la excepción, desde luego

pero puedes considerarte afortunado si te pasa 
una vez cada 20 años

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