miércoles, 5 de febrero de 2014

UNO NORTE. DE MI AMIGO Y POETA SARCO LANGE.




la moraleja es la nieve de su fábula



14:53 pm



hoy tenía que haberme ido a la montaña
o a la playa
y evitar en algo/ lo suficiente
el infarto sidoso
de mis tréboles deshojados

(escúpeme en la boca
aliméntame de prados)

o una mente plañidera de aeropuertos
sin jamás haber peinado
el aroma de unos muslos
que si se abrían
era sólo por nacer
una casa quieta/ pueblo deforme/ mirada de dios/ familia
cuerpos atados
hasta su muerte previa
antes de la profecía
de estos amados
y fatídicos calambres

requería abandonar las calles por unos días
decirle stop a la depresión de los mil sillones
que me lamen de piernas/ tacón a la medida/ Miyake en la pupila
medias caladas hasta el más abrupto de los vacíos
como clítoris morbosos que se enamoran
y que de tanto subir a la cornisa del gemido
lo único que logran
es entregarse el alma/ apretarla fuerte/ devorarse de axilas y estropicios
para terminar debajo de un árbol
recitándose poemas de Juarroz

dejar la vida
en la vida

la mirada fija en el ojo
que lo sabe todo
el poema perfecto
atravesado de llanto

solapadamente
quizás soy yo
quien está rogando ayuda

hoy debía haber salido de Santiago

pero no pude

así de simple
no puedo/ ni pude

me violan
los fantasmas

salí de casa muy temprano/ aun no amanecía pero ya estaban las calles puestas en la city/ en el daño.
y recuerdo haberme ido a caminar sin ningún sentido/ llegaba a la esquina y volvía/ luego otra vez a la esquina/ y volvía/ después atravesaba la avenida principal y volvía/ cada vez más coches atestaban las calles/ y yo volvía/ hordas de oficinistas muy seguros de sí mismos/ y yo volvía/ las divinas y santas farmacias abrían sus cortinas metálicas/ y yo volvía

regresé

entré de nuevo a casa
no insistí en la diabólica tarea
de darme una ducha
así que me tomé un vaso de agua
y recapacité en la idea
de partir a la montaña/ o a la playa

pero no pude
así de simple
no puedo/ ni pude

y me acosté en la cama
con ropa

cubierto de angustia
y de belleza
soñando

me desperté a mediodía
fui al baño
me lavé la cara
no recuerdo haber meado
pero seguramente lo hice
me vestí
agarré la mochila
y decidí pasar la tarde
caminando por el medio de un basural
en la zona sur de Santiago

tomé el metro
y una vez en el tren
me miré en los vidrios de las puertas

cómo me odio
al verme los ojos pasmados
cuando la angustia

después cogí el autobús 209
y me bajé en Avenida Lo Blanco/ esquina Santa Rosa

hacía un calor insoportable
como ese que te quema la paciencia
cada vez que insisto
en soltarte mis caballos
para que se vayan a pastar
al monte sagrado de tu orgía infectada de belleza

y me puse a caminar
entre lo eriazo de una tierra indómita
y lo que bate los desiertos
al revisarme la memoria
y verme sembrar hijos poetas
de la mano de una tribu
que sacrifica el llanto
por el llanto

la madre
escribe novelas
y toca la campana
para llamarnos a almorzar

¿te reirías
si te digo
que los hijos
algún día serán feroces abogados?

y llegué al basural

32 grados sin protector solar
99 grados con protector soñar

mientras iba esquivando
las gardenias desesperadas
que abundan en todos los basurales del mundo
me encontré con ese oso panda

el de la foto de cabecera

alguien lo había arrojado en el medio de la nada
olvidado en lo más árido de la existencia

la terrible inmensidad

agorafobia tremenda
de no tener una espalda
donde depositar
tanto abrazo

y como buen hijo de conde que soy
me puse a llorar

oso-de-peluche-despojado-de-todo
hijo-de-conde-hincado-en-la-basura-llorando

después supe
que no lloraba

estaba rezando

qué feo decir que un hombre llora delante de todos/ qué atroz abrirse el pecho con las manos y dejar las costillas al descubierto/ por puro antojo
qué maldad lo que hace la jodida y perra vida/ que nos quita las uñas/ una a una/ para fabricarse collares descalcificados/ mientras en algún país del mundo/ un poeta de "esos fuertes"/ describe 56 maneras de masturbarse/ y correrse en el mejor de los placeres/ pero no explica su vínculo con la soledad
o su miseria

las mujeres escriben su verdad
los hombres
escriben
lo que escriben
las mujeres

y ahí estaba
abrazado a mi oso lamentable
con el sol
quemándome la siesta
de mi única alegría

pasaban las horas
los pocos vagabundos
que andaban por el lugar
recogiendo algún manjar auspiciado por el servil demonio
me miraban con inusitada desconfianza
me miraban con la extrañeza de los pájaros
que descubren de improviso
que los árboles sufren de orfandades
en la más feroz matanza de sus otoños

miraban ya no al hijo de conde
miraban al HIJO DE PUTA
abrazado a un oso de peluche derruido
repletos ambos del más bestial de los deterioros

uno de aquellos vagaborrachos
uno con una asquerosa barba que le llegaba
hasta la brújula más alucinada de su cansancio
me gritó algo que no acabé muy bien de entenderlo
pero creo que era algo así
como que el dolor nunca ha sido ni será exquisito/ mientras luchamos
y otras cosas más dijo el hombre
pero me gritaba con una voz tan pastosa de vino rancio
que lo que intentaba decirme
se lo llevó el viento
y el olor a merluzas descompuestas

me paré de la basura
me sacudí la tierra del cuerpo
miré al oso con la delicadeza de mi soberbia
lo levanté con mis brazos
y lo dejé instalado lo más cómodo que fuera posible entre la maleza
lo senté y que así se sintiera maravilloso
le puse una piedra entre los dedos de su tela rota
para que no se fuese a olvidar nunca
de qué mierda se trata esta maldita vida

y me largué de ahí

encendí un Ducados

caminé lo mismo
que caminaron mis piernas/ agrietadas

y parece que de pronto
me puse a volar

pero alcancé a abarcar un vuelo
de escasos dos o tres metros
porque sin mediar aviso
me fui de golpe hacia abajo
en un estrépito demencial
de ramas leprosas/ sidosas/ y quebradas

digamos que fue
como una grotesca pirotecnia/ o acrobacia
o en el único y mejor de los eventos
un nítido deseo de marcharme
donde el dolor se viste
con la nata sagrada
de tus pueblos injustamente vencidos

o digamos también
que fue una maratón de plumas y escorpiones
nutriéndose en lo más privado
de este hombre chileno
abierto abruptamente en canal

la imagen
era: huesos diseminados por la acera
un pedazo de cúbito dorsal reventado sobre el asfalto
asemejando la angustia más desequilibrada
de un ciego
frente a otro ciego
pero que sabe más que él

me levanté
di dos pasos
esta vez caminando
y de nuevo al suelo

entonces
decidí reptar
como las serpientes

64 kilómetros de espinas

no era la sangre
lo que me preocupaba
no era la carne afuera
lo que me traicionaba
no eran los vellos aullando semen
lo que me deleitaba

era otra cosa

era la impotencia
de no poder hacerme caer encima
todos los postes del tendido eléctrico de Santiago de Chile
hasta que sus alambres de cobre me tejieran
una capa intoxicada de amparos y de luces
para poder volar muy lejos
muy lejos/ pero a escasa altura
quizás
como a ras de jueves

o tormentas

y me devolví
al basural

volví a reptar
todos y cada uno
de los putos e incansables frenéticos kilómetros

para volver

a esa altura
era yo casi como una mancha negra
que se desplazaba por las calles
regalándole su asco
a la memoria de todos los jueces
que algún día se rascaron el culo
y después firmaron
atroces actas de nacimientos

y fui a buscar el oso

repté y repté y repté
repté en la esquizofrenia tumoral
de quien se trepa arriba de un barco
con el sólo objetivo
de maldecir el mar
y follarse a su padre

en su angustia

llegué cuando era ya de noche caída

de inmediato lo vi

al oso
de juguete
olvidado
entre lo más fétido
de una cárcel sepulcral

juro por lo más sagrado
que le brillaron sus ojitos de cristal cuando me vio
juro por lo más sagrado
que comenzó a levantar sus brazos cuando me vio
juro por lo más sagrado
que empezó a agitar sus piernas cuando me vio

y de pronto
se puso a aullar

¡SONREÍA!

maldito hijo de tu puta y santa madre
TE ESTOY JURANDO QUE ME SONREÍA

cuando estaba a un par de metros
fue él quien se me acercó
me acarició la cabeza
me limpió con su piel
todas mis heridas
me secó la sangre
me entró las vísceras al cuerpo
y me beso la frente

luego creí escucharle/ casi en un susurro
que la miseria y el abandono
siempre acaban por sernos trágicos estigmas
para que nos dibujemos en el rostro
una boca seca
que en el fondo
será la biblia de todos nuestros océanos

y sus humedades

me tomó en sus brazos

avanzó algunos pasos
y me dejó
sobre un fardo de estrellas

mientras la noche
me empezaba
a disolver



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