para pensar en ti me subo al árbol

de grueso tronco y flexibles ramas que hay en el patio
me instalo entre dos de ellas no muy arriba
y desde allí tiendo la vista en dirección aproximada
al punto en la lejanía donde se levanta tu casa;
si hubiéramos sido pájaros probablemente
tú y yo estaríamos ahora juntos
¿cómo será el amor entre los pájaros?
¿bastará con picotear en la cabeza repetidamente
al amor de tu vida hasta que ella se doblegue
y consienta en irse a vivir contigo a un árbol cualquiera?
lo demás sería cosa de hacerle un nido
-con suerte se encuentra uno abandonado-
meterse allí dentro y pasar de lleno a la acción sexual
nada de perder el tiempo con citas estúpidas
idas al cine o al parque a ver putas ardillitas corretear por el céped
cenar en casa de ella para conocer a su madre
a su padre, sus hermanos y la abuela ya senil de 95
que de pronto te pregunta si ya te cogiste a la niña
nada de recitar promesas incumplibles
te amaré por siempre, estaré ahí en la salud y enfermedad
en la tormenta y cuando caiga nieve y si tiembla la tierra
nada de firmas en un puto papel y condenarse de por vida
a suscribir pesadas obligaciones conyugales
sólo sexo a destajo hasta quedar reventado
picotearle la cabeza de vez en cuando para que ella 
siga aturdida y no sienta ganas de marcharse
vivir una temporadita juntos y luego separarse
sin rencor, sin el corazón roto
sin ataduras emocionales que desgarran por dentro al ser cortadas
y estas ganas de morirse temprano en la mañana;
si tú y yo hubiéramos sido pájaros 
a estas alturas ya me habría olvidado de ti
nuestro affaire sería ya parte del ciclo biológico más amplio
que regula el comportamiento amatorio de las aves
yo no andaría subiéndome a los árboles para estar solo
y esconderme entre las hojas y no hablar con nadie
ni dudaría un segundo en arrojarme al vacío 
abrir las alas y remontar el vuelo hacia el cielo
surcar el espacio y alcanzar tu casa
y seguir de largo hasta volverme un punto invisible
allá lejos, sobre las montañas
liviano y cálido como el rumor del sol