jueves, 1 de agosto de 2013

UNO NORTE. SARCO LANGE.

el trauma de más abajo



inolvidable
el rencor de los abetos
la mano fría
que los tala
cuando de las sombras
aparecen esas cartas
que se las fumó el viento

transición de los demonios
esporas de tu sexo
que alumbran la noche
para que los demonios
se puedan vestir de poesía
entre dos cuerpos
aniquilados por el vértigo

el desastre está por verse y nada calma la dicha de sentirse anfibio, entre dos sillas que se caen porque les sobró el anonimato, cápsulas mutiladas desde y hacia la quimera, voltear la vista hacia los balcones sólo para el orgasmo del vacío, llamarme y provocarme, darte una cita de violines y fumarte en el sótano de tu ciudad, tu pueblo, tu patria y tus olvidos

verter la magia de los campos antiguos
mirarte en cada piedra
en cada alma
bájate de los sauces
llegó el fuego

una voz, tienes una voz y también tienes un sonido, tienes una voz en cada silencio, el teatro se ha quedado vacío, están barriendo los cuerpos que quedaron impregnados de frío en las butacas.
después miramos dentro de la lluvia y vemos islas enteras condenadas al rugir perpetuo de nuestras afonías.
delimitamos el sur con el norte y qué nos queda?... nos quedan miles de sombreros y el trino marcial de un ave que en algún momento llegó a pesar una tonelada pero hoy yace famélico en su triste esqueleto de poemario inacabado

es probable
que seas
la ilusión de un barco
que llegó a puerto
cuando las gaviotas
morían de pañuelos

fueron varios los fusilados en el paredón de la poesía.
axilas que gritaban en el confort de una cama desquiciada. terremotos a las tres treinta de la tarde y una madre que se fue volando a la cuna desde donde parió una culebra de neón

diccionarios, enciclopedias de tu pelo revolviéndome el café por las mañanas
epidemias de te quieros intoxicados en el calambre de tu vello antiguo, de tus manos rotas por la sed, ciega, ciego, estamos ciegos

así se pierden las guerras

escribo desde la cama, desde la palabra difusa, arrebatado en el espasmo, me río mujer, me río en el llanto de no poderme reír, mas tienes las armas suficientes para seguir viviendo sin hambre

había un protocolo
y una servilleta sucia
que era como nuestro sudario maldito
los hombres cantaban
cuando nos veían volar

cada poema es como un testamento, una cosa horrorosa, una vejez adolescente, sin pausa, la carrera de sentirse mal, o bien, o lo que sea, subirse a la inmoralidad de las palabras, casi como un delito, entonces tú, entonces todo

después
la maniobra distractiva
verte podar las rosas
como si fuesen
vidrios rotos

vamos por la vida dándole migajas a la mueca burlesca de nuestro olvido, usamos paraguas amarillos cuando se pone a llover desde nuestros ojos y escribimos que usar paraguas es de maricones, pero a mí no me gusta mojarme, odio andar mojado, si fuese mujer creo jamás me excitaría, pero soy hombre y acaso también un pez que se duerme en el sueño de tus pescadores

el viajar anula el regreso

sin prisa
sin armamento pesado
así, sólo así
desnudo frente a las carrocerías de los automóviles
dadme una moneda de pupilas
que yo entrego una copa rota
vaciada de lágrimas
espejos sin fe
para volverse a morir

luego el falsete del alma, mesas dibujadas en cada fotografía enamorada, amor rima con árbol y el terror se viste de aguaceros, de malabares retorcidos en la nata perra de una trama vulgar.
vimos tantos arcoíris y también presenciamos accidentes, fuimos donde la señora que se muere todos los días y no nos gustó el aroma que había en casa, olía a establo de dioses enajenados, olía a llama, olía a turbación de bragas y condones, de ahí lo del regreso, la mano torciendo el pulso y abrazando el cuello como un gesto de pasión y de distancia, mírame a los ojos y dime qué ves, ¿ves los niños muertos?, ¿ves el riego profundo de mis venas anticipando la caída?

cómo irse a vivir
adentro de un sonido de avestruces

dónde la fauna de tu nacimiento
dónde el origen
y el pérfido saludo
de tu montaña
vistiendo mi montaña

afuera la calle, la misma de ayer y la misma de mañana, el truco monumental de una ciudad que descose mis zapatos cada vez que le perforo la memoria a tus romerías, llámalo fiesta de disfraces, llámalo arcón de los deseos, o llámalo como tú quieras llamarlo

llámalo
como llama la epidemia
a la brisa maldita
la misma que repartió la peste
en cada ojo
cuando nos descubrieron
amamantando el nacimiento de las noches en el mar

tango suicida
tus ojos

tus ojos
resurrección
de la carne

tus ojos
planicie de color
silbando truenos
en poemas largos

se ocultaron las bestias
se abrieron los portones
y todo fue caos
familias enteras
velando cuerpos maravillosos en el suelo
pero sigo riendo
no sé qué tan enfermos estamos
aun los relojes no se detienen
pero la nieve es una puta
que no concibe
derretirse
cuando el sol le folla su esperanza

entonces me dirás
"los pájaros"

sí mi amor
los pájaros...


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