jueves, 2 de mayo de 2013

PROPIO Y SUBYUGO



Esputos sanguinolentos
de mi última resaca,
que me conducen al relevo
para mi propia alma.

Despierto inconsciente,
perdido, asustado, vencido.
La cama es mi prisión,
allí permanezco demente.

Atado de manos y pies,
subyugado por mi sien.
Enfermo de la introspección,
al pudor adicto.

Y en un lúcido momento
despierto del sueño,
saltando de mi cuarto
hacía el vacío, del que escapo.

Presento batalla
contra la soledad del cuerpo.
Sabiendo que la nada
será el final de este cuento.

2 comentarios:

  1. Muy buen poema, Sergio, pero cuidado con las resacas y las inconsciencia por el alcohol, se puede uno morir aspirando su propio vómito. Besos.

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