jueves, 4 de abril de 2013

POBRECITO HABLADOR DEL SIGLO XXI. ESCRITOR.


JUEVES, 4 DE ABRIL DE 2013

Olor a Winston

Una vez me subí en un Mercedes, alto y largo, muy largo, de color crema.  Los asientos eran de piel blanca   y el volante  nacarado.  Siempre estaba impecable, encerado, limpio; brillaba bajo el sol. Solía hacer  el mismo trayecto, de  casa a la granja, de la granja a casa, y al bar. Jugaba al subastado, a peseta el tanto. 

Yo   le veía entrar desde el futbolín, apartar las cortinillas, bajar las escaleras como un actor, pedir un whisky y sentarse frente al tapete verde. Mientras barajaba bromeaba con unos y  otros, con su voz suficiente, grave y guasona. Sacaba de la cartera un par de billetes y empezaba la partida. La parroquia se arremolinaba alrededor de los jugadores. Ganase o perdiese, pagaba las copas y enfilaba carretera arriba, hasta la granja. 

Criaba conejos. Según contaban, llegó de América, hecho un indiano, 25 años después de marcharse del pueblo. Su olor a Winston y sus gafas de sol verdes me fascinaban. 

Un día, cuando salía de jugar, me sorprendió mirándole. Me hizo un gesto leve con la cabeza y subí. 

Entramos en la granja. Era una nave de adoquines grises. Dentro hedía  húmedo, a sudor animal, y hacía calor. Solamente se escuchaba un bisbiseo inquieto, como si dentro de sus jaulas los animales murmurasen. Tranquilo y en silencio abasteció los bebederos, repuso pienso y recogió las crías minúsculas que habían muerto. Eran de color rosado, transparentes, sin pelo,  como fetos gaseados. Las tomó en sus manos grandes y las introdujo en una bolsa negra de basura, que anudaba por la parte superior, igual que si fuese un saco. 

Montamos de nuevo y nos internamos campo a través.  No conectó la radio. A los pocos minutos se detuvo junto al cráter que formaban  unas rocas, un muladar,  y allí dentro lanzó la bolsa. Olía mal. Quise bajar, y ver, pero me lo impidió. Encendió un pitillo y con la primera calada miró al cielo.Los buitres formaban círculos.

Me dicen que hace poco murió, de cáncer, o de viejo,  que perdió dinero apostando a la pelota a mano y que fue alcalde.

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