jueves, 4 de abril de 2013

Míchel, del blog Como un pato mareado.



jueves, 4 de abril de 2013

Salir echando leches.

Me siento muy identificado con esta imagen.
Yo suelo coger a mi hijo también por la barbilla.
Esto me partiría el corazón en dos.

En este país (quizás debería decir en el "estado español" para no herir sensibilidades-tócate-los-cojones) vivimos apremiados por la huida. Pensamos que de un día para otro vamos a tener que coger rápidamente los bártulos y largarnos a Portugal a tocarles las pelotas y sentirnos superiores, o a Francia a buscarnos la vida como friegaplatos. Desde hace unos años está la opción -más rumbosa y extravagante- de volar al otro lado del océano a que nos bañen las cálidas aguas caribeñas y poner un chiringuito de paellas y pescado robado para canadienses y americanos folla-niñas; pero esa opción la dejamos para los mallorquines, expertos en explotar poblaciones enteras y destruir manglares a base de complejos turísticos muy poco integrados en el paisaje.
En fin.
Que a la mínima los españoles nos largamos. Y no nos creamos que tan sólo los más pobres, necesitados y desfavorecidos pobladores de la península ibérica se largan a buscarse un futuro mejor. No señores. Aquí nos vamos todos. Los Borbones son un buen ejemplo; siempre viviendo con la sensación de que en seis horas deberán abandonar su reinado por un alzamiento nacional. Las cuentas en Suiza no hacen sino confirmar mi hipótesis. El dinero a bien recaudo ya viene de lejos en esta saga y además se tiene muy presente en los momentos en que la monarquía se tambalea, y sino díganme señores: ¿porqué los extraños movimientos en esas reales cuentas durante los días del golpe de estado del '81? Daría algo caro o importante para conocer los últimos movimientos después de las Corrinas e imputaciones varias que han arponeado la Familia estos días.
Si señores nos vamos. Y quizás para siempre. No lo hacemos a la argentina: con el "volver" entre los dientes. Lo hacemos a lo grande, públicamente, pavoneándonos de ello. Preocupados en simples cosas como comer jamón "del bueno" o tortilla de patatas y ver almadrí en directo, juntamos los dos estilos de escapada y lanzamos al viento el típico "vente pa'alemania Pepe" o "si quieres te presto una palmera y me la cuidas" y nos ponemos a convencer a los pobres miserables, cobardes e indecisos reticentes a dejar el país de las bondades del dinero alemán o del coño caribeño.
Hay países que por menos desaparecieron sin dejar ni rastro en la historia ni en la evolución humana. Creo que nosotros vamos abocados a ello. El único que se acercó de verdad a lagrandeur a'lla espagnola fue nuestro olvidado y denostado payaso despeinado Aznar. En las Azores tocamos el Olimpo, olimos la victoria , nos creímos que podríamos abanderar y aglutinar el ala sudamericana para crear el nuevo orden mundial. Tres latigazos -Londres, Madrid y Nueva York- acabaron con el sueño y el desorden inmobiliario hizo el resto.
No tengo la solución. Si la tuviera no estaría de turno de noche en un hotel de temporada perdiendo el tiempo con un blog. Tampoco creo que mis reflexiones vayan a ninguna parte. Pero sí creo que esta ansia por la huida, este mito de escapatoria redentora y aliviadora de males menores, no es más que una alienación, no es más que una excusa, o no es más que una pose de pillo-buscavidas-cortoplacista que denosta y ofende al sufrido y apenado emigrante que, con lágrimas en los ojos, deja a su familia al amparo de su paupérrima suerte y se ve obligado a marchar a otro país a hacerse un rinconcito muy lentamente.
Está este tipo de emigrante y el de los millones en Suiza con pegatina de banderita española en el reloj.
Juzguen ustedes.
Yo ya lo hice hace tiempo.
Asco de país.

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