miércoles, 2 de mayo de 2012

Rafael Reig, escritor y muchas cosas más, todas buenas.


Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Y el viernes, lentejas

Como no he terminado mi libro (mi vagancia no conoce límites), este año he celebrado el Día del Libro comprando algún libro y sólo he ido a firmar al Hotel Kafka y a dos librerías de amigos.
En Hotel Kafka presentamos Chavi y yo Cien mil millones de poemas, allí mismo y retransmitido en directo a través de Second Life.
Chavi leyó mi soneto alejandrino y explicó que era muy malo (lo es) y que él podía demostrarlo.
“Y puedo demostrarlo”, dijo el maldito.
-La prueba del nueve de la torpeza de un soneto es que, si lo lees del revés, empezando por el último verso y así hacia atrás hasta el principio, queda muchísimo mejor. Lo que ha hecho Reig, ahora lo veréis, sólo es tolerable si lo ponemos patas arriba -dijo y lo leyó de atrás hacia adelante.
Lo más doloroso es que tenía razón. El maldito.
Leído en voz alta del revés empieza con el último verso:
Tu coño es tu memoria, tu forma de insistencia
del alma sepultada en olvido inclemente
Y así hasta llegar al principio, que antes era casi ñoño, pero que ahora tiene otra resonancia:
No recuerdo tu nombre ni te dije te quiero.
En fin. Ya sabes, un truco Maggi para el sonetista casero: si un poema te sale manifiestamente mejorable, como una finca rústica, ponlo cabeza abajo, dale la vuelta como a un calcetín y arreglado.
También estuve en El Buscón, en Prosperidad, con Luis, una tarde de lluvia. Pasamos primero mucho rato MarisolChavi y yo bebiendo whisky en un bar que tenía terraza (la salud de los fumadores corre peligro, ¡nos obligan a coger frío sin parar!). Habían puesto un toldo, pero se encharcaba mucho y una camarera, que era guapa, china y llevaba uniforme (pantalón negro, camisa blanca con puños y cuello que parecían almidonados, pelo recogido en una coleta), achicaba agua sacudiendo el toldo con una pértiga de hierro. No era muy alta y pegaba saltitos para alcanzar la lona. A veces le salía bien y caía de golpe una gran cantidad de agua que hacía ruido contra la acera. Con estas cataratas intermitentes, el movimiento de su coleta  y los sorbitos de whisky estuvimos tan ricamente hasta que llegó la hora de ir a la librería.
En Cercedilla hemos celebrado por todo lo alto, no sólo el día, sino la semana entera del libro, en la Librería Fuenfría, de Eduardo Gómez de Enterría.
Éste es el escaparate que me hizo Eduardo:

¿Que si firmé muchos libros?
¡Lo que no está escrito!
Sin parar.
Hasta que se acabó la tinta.
No obstante, por si acaso, nos llevamos Eduardo y yo el tablero, para aprovechar algún tiempo muerto entre firma y firma:
Así que la semana ha sido un poco agitada, lo que me ha venido estupendamente para no sentarme por las mañanas a trabajar.
El lunes, día del Libro. El martes me fui a la Complutense, a un taller de columnismo, sea eso lo que fuere.
Hablamos, cómo no, de los padres del yermo, subidos a su columna y sujetando el cielo y la ira de Dios con la columna de sus oraciones, como en la prensa los columnistas sostienen el firmamento, para que el aburrimiento de la información no se desplome sobre nuestras cabezas.
Hablamos de que una columna es como un soneto: tiene una sola idea. Si tienes dos ideas, haz dos columnas.
Hablamos de todo un poco y luego les pusimos como ejercicio escribir una columna sobre el taller. El plazo era de cinco horas, no más.
No formé parte del jurado que seleccionó, pero las leí todas. Me gustaron mucho. El jurado eligió como la mejor la de Jesús Cano Reyes.
La puedes leer aquí.
El miércoles tuve Club de Lectura (nos tocó Borges) y el jueves fui con Mateo de Paz a una tertulia con los profes del IES Villablanca, en Vicálvaro.
¿Y el viernes?
¿Qué pasa los viernes?
Pues ya lo ha dicho el señor presidente: todos los viernes, reformas.
Así que, el viernes, recortes y lentejas.
El viernes me reformé para inspirar confianza a los mercados. Me recorté a mí mismo. Me flexibilicé. Aumenté la productividad, reduje mi salario, me deshice de todos mis derechos y renuncié a la educación.
Famélico, productivo, abaratado, genuflexo y tembloroso me presenté ante los mercados insaciables.
No era suficiente. El Moloc del capitalismo reclama sacrificios humanos cada viernes.
Cada semana miles de personas pierden empleo, educación, sanidad, su vivienda y son llevadas al laberinto de los mercados.
Deberíamos convertirnos todos en Teseo.
Y el viernes que viene, más.

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