me viene saliendo springsteen con la pendejada
por ahí de las tres de la mañana
-cuando ya voy por el octavo o noveno vaso de vodka-
de que ninguna cosa importa una mierda en todo el jodido mundo ni en la galaxia
y que todos los sueños de un hombre se vuelven realidad
cuando uno está enamorado de una chica de jersey
pero bueno, bruce, ¿de cuál te inyectaste, compadre?
y te voy a decir ahora, ya entrados en confianza
que yo nunca he estado enamorado de ninguna chica de jersey
que ni siquiera conozco la jodida jersey
que francamente me chupa un huevo la jodida jersey y que me chupan el otro huevo
todas las chicas que pueda haber en la jodida jersey
-con sus vestidos azules y yendo a subirse a todas las fabulosas atracciones
de la maldita feria rural del fin de la cosecha de verano en el condado-
y te voy a decir también, aprovechando esta peculiar vía de comunicación que
ahora mantiene en conexión nuestros espíritus
te voy a confesar que alguna vez estuve enamorado de una tipa de veracruz
y que otra vez estuve encoñado hasta las trancas
de una chola marihuana del este de los ángeles
y que hubo también cierta pendenciera dama en un inmundo rancho de nayarit
que me tuvo cogido de los huevos los 2 malditos años que me duró el enamoramiento de ella
y que a fin de cuentas, ya viéndolo con calma y detenimiento
en realidad no hubo ninguna entre todas aquellas que me hicieron sucumbir a sus encantos
-y esas tres que mencioné no fueron las únicas-
que no me tuviera siempre cogido de los pinches huevos mientras estuve enculado con ella
y eran todas sin excepción unas pequeñas brujas aferradas a su maldito inflexible orgullo
con aquel efluvio mareante bajo la falda y los distintos perfumes
y el coñito dulce como el sueño de un lactante drogado con medio gramo de fentanilo
entonces, viejo amigo, yo creo que ahí tenemos una enseñanza
y esta es que da lo mismo que sea de jersey, de estambul o de bangladesh
la chica de la que puedas estar enamorado en determinado momento de la historia humana
y que da lo mismo que ella se ponga un vestido azul, una putifalda roja o que solo traiga puestas
un par de botas hasta media pierna con las que atraviesa las verdes praderas del serengueti
porque a fin de cuentas ella también, al igual que todas aquellas que en su momento
me trajeron por la calle de la amargura todo el tiempo que anduve loco por ellas
ella también será siempre en el fondo solo un pequeño reptil insaciable y vengativo
que nunca te quitará la zarpa de encima hasta no haberte hecho tragar una tonelada de polvo
y no haberte dejado los huevos más secos y fruncidos que un jodido cactus del desierto
y ni en la jodida jersey ni en el último rincón de la antártida te librarás de ellas
No hay comentarios:
Publicar un comentario