domingo, 25 de octubre de 2020

háblame de ti, me dijo ella; pero no le gustó lo que le dije


háblame de ti, me dijo
aquella joven damisela sentada a mi lado
-un tanto ya pasada de tragos-
en un taburete de la barra del maracaibo

qué mierda quieres que te diga, yali, mi amor
¿que soy un puto crak de los negocios
un irresistible don juan que vive de las mujeres
un puto ganadero dueño de 20 ranchos y 50 mil vacas?
nah, lo que ves es lo que hay
un viejo puteado por la vida
un fracasado de mierda ya en las últimas
un obsceno borrachín que se gasta
el poco dinero que recibe del fondo municipal de ayuda al jodido y al minusválido
bebiendo whisky en un jodido tugurio de mala muerte
mientras le mira las tetas a la desinhibida mozuela que lo acompaña
y piensa, por otra parte, el degenerado sujeto
en la patética estampa de degradación existencial
que un observador casual contemplaría si pudiera verlos:

él, un provecto y patético carcamal libidinoso
tratando de pegar la hebra
con una pollita no mucho mayor de 20;
ella, una imberbe mozuela quizás no demasiado avispada
que seguro habrá consentido en seguirle la corriente al chocho rabo verde
pensando "a este pendejo vejestorio
le quedan 3 whiskies para terminar k.o.
3 whiskies para tenerlo enteramente a mi merced
3 whiskies de aguantar oírlo contar
alguna pendeja historia del año de la verga
en que fue joven y las mujeres se arrastraban a sus pies;
3 putos whiskies y me lo llevo al hotel
y le cepillo el reloj y la cartera y antes de largarme
le meto por el culo la pata de una silla
para ver si así se le va quitando lo baboso"

y no creas que no te entiendo, yali, pimpollito hermoso
no creas que no me pongo en tu lugar:
si yo fuera tú también haría lo mismo
y buscaría la forma de beneficiarme de la situación
ahora bien, sin embargo, en todo caso
no quiero que te confundas conmigo, yali, mi vida
no quiero que mañana, cuando te despiertes resacosa y sola
despojada de tu pequeño bolso y adolorida del culo
en la cama del jodido cuarto de hotel donde tú y yo
iremos a terminar acabando en cuestión de minutos
-a culear hasta el amanecer, por cortesía de laboratorios pfizer-
no quiero que te recrimines demasiado por haber sido tan pendeja 
como para dejar que un viejo cabrón como yo
-un hijoputa con el colmillo más retorcido que su propia verga-
te haya ganado la mano de ver quién se jode antes a quién
adelantándose a la puesta en práctica de tus trilladas artimañas de mujer paseada
mediante el simple expediente de haber mezclado en tu bebida
las dos veces que te levantaste a tirar las aguas
un par de valiums que, por tus bostezos

me parece que ya empezaron a doblarte el pico









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