TROYA LITERARIA (387): Borges contra "Los visionarios", de Baroja
Pío Baroja es un viejo y tenaz enemigo de América. Dispersos en su vasta obra hay más de cuatro conceptos hirientes, injustos y agresivos contra los americanos, y esto, aunque parezca o pueda parecer paradójico, es un motivo bastante serio para que la crítica de cualquiera de los países de América arroje de cuando en cuando una mirada sobre los libros de Baroja.
Amigos y enemigos, son en realidad, nuestro pro y nuestro contra, pero ambos nuestros. El indiferente está más lejos de nosotros que el enemigo. A este pequeño condimento que puede atraer nuestra atención hacia Baroja, se une en su última novela Los visionarios, el interés de un tema de actualidad palpitante en todo el mundo-, la cuestión agraria y campesina. Baroja la observa y analiza, adelantemos que muy mal, y hasta grotescamente, en los campos de Andalucía. ¿Está capacitado Pío Baroja para interpretar y comprender semejante hecho en el terreno de la realidad española o en el de cualquier otro país? Después de haber leído Los visionarios no es necesario vacilar mucho para responder con una negación rotunda. Pero en rigor, tratándose de un novelista y no de un economista, podría pasarse por alto su incomprensión de la realidad y las proyecciones del fenómeno social, siempre que al menos nos diera de él una visión viviente, rica de sugerencias, animada. Por el contrario, la visión que nos da Baroja del movimiento social en Andalucía es, o boba o siniestra. Los dirigentes obreros que desfilan por las páginas de Los visionarios (que desfilan en toda la acepción de la palabra, pues no hacen más que pasar por allí), cuando no son bandidos reales y verdaderos lo parecen de un modo enteramente sospechoso. Dado el terreno sobre el que se desliza la novela, pudo tener una vitalidad intensísima. Pero Baroja está ya, por lo visto, demasiado viejo. Todos sus defectos se han centuplicado con los años. Su estilo es de tal manera seco, árido y desagradable, que se creería estar leyendo, no una novela, sino un informe comercial. Los tres protagonistas, si se puede hablar de protagonistas, en algo que carece totalmente de trama, se trasladan monótonamente de un punto a otro de Andalucía, y en cada uno de los pueblos de tránsito, solicitan y reciben, acerca de la localidad, escrupulosos informes, pedidos y satisfechos con una minuciosidad de notario. En los momentos (escasos) en que no requieren o reciben informes, Fermín, Anita y Michel, conversan de cosas desprovistas de interés. Y como al fin Baroja sospecha que todos deben estar ya muy aburridos de tan simpáticos amigos, nos obsequia con un cuento final, acerca de unas pobres señoritas pueblerinas arruinadas por la revolución, y que para colmo de males se ven víctimas de los ataques desatados contra ellas por un pícaro salido de su propia familia. (Este pícaro, naturalmente, es comunista.) Se nos olvidaba agregar que al comienzo, en el libro I, asistimos a una conversación en la antesala de un enfermo, entre varios aristócratas y su médico, en la que se habla de los ex reyes de España, así como también de algunos otros pequeños episodios semejantes. Ninguno de los personajes vuelve a figurar ni desempeña el más mínimo papel en los seis libros restantes de la obra. Y ¿a qué seguir? Con lo poco que llevamos dicho basta para comprender que no solamente entre nosotros se escriben libros a base exclusiva de palabras, aunque no haya nada que decir con ellas.
Revista Multicolor de los Sábados, N° 10, 11 De Octubre De 1933
JORGE LUIS BORGES, Obras, Reseñas y Traducciones Inéditas, Atlántida, Buenos Aires, 1999, edición de Irma Zangara, págs. 126 y 127
NOTA: Uno de esos "más de cuatro conceptos hirientes, injustos y agresivos contra los americanos" de que habla Borges se puede leer en el siguiente fragmento barojiano deJuventud, egolatría (AQUÍ)
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NOTA: Uno de esos "más de cuatro conceptos hirientes, injustos y agresivos contra los americanos" de que habla Borges se puede leer en el siguiente fragmento barojiano deJuventud, egolatría (AQUÍ)
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