Una reflexión de PERE GIMFERRER
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Hay poetas, como Góngora, Rimbaud, Foix o Mallarmé, pongamos por caso, todos ellos extraordinarios, de quienes el lector no debe esperar que le proporcionen la misma información que proporciona la prosa. Hay personas que difícilmente escapan a la idea, falsa completamente, de que un texto literario consiste no en las palabras, sino en lo que las palabras designan: el texto literario consiste precisamente en las palabras, no en lo que las palabras denominan; pero esta frontera, que a mi juicio está clarísima y que vale tanto para Mallarmé como para una novela de un autor aparentemente tan fácil de leer como Eduardo Mendoza (o como Cervantes o Borges, para el caso es lo mismo), hay muchos lectores que no la captan
Hay poetas, como Góngora, Rimbaud, Foix o Mallarmé, pongamos por caso, todos ellos extraordinarios, de quienes el lector no debe esperar que le proporcionen la misma información que proporciona la prosa. Hay personas que difícilmente escapan a la idea, falsa completamente, de que un texto literario consiste no en las palabras, sino en lo que las palabras designan: el texto literario consiste precisamente en las palabras, no en lo que las palabras denominan; pero esta frontera, que a mi juicio está clarísima y que vale tanto para Mallarmé como para una novela de un autor aparentemente tan fácil de leer como Eduardo Mendoza (o como Cervantes o Borges, para el caso es lo mismo), hay muchos lectores que no la captan
PERE GIMFERRER: "El futuro de la poesía no lo deciden ni los premiados ni los académicos, sino los jóvenes", entrevista de Ana María Moix, El País, 26 de septiembre de 2001. Toda la entrevista AQUÍ
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