viernes, 16 de marzo de 2012

Jota Martínez Galiana. Traductor y crítico de cine.


Shame

Reino Unido, 2011
Director: Steve McQueen
Reparto: Michael FassbenderCarey Mulligan, James Badge Dale y Nicole Beharie
Cliente: Subtitula'm
Pudo verse en: Festival de Cine de San Sebastián 2011



Aprovechando que las dos películas que más me gustaron del último Festival de Donosti coinciden en las salas comerciales, dedicaré esta entrada y la siguiente a las mismas. Empezaré con la de mal rollo y acabaré con la optimista, para dejar buen sabor de boca. Y digo mal rollo, porque la sublime Shame es una peli chunga, chunga, de esas que te dejan mal cuerpo.

Shame abre una ventana indiscreta a la vida de Brandon Sullivan, un joven profesional con relativo éxito que sufre, con la mayor discreción posible, una tremenda adicción al sexo que acapara prácticamente todo su tiempo libre y buena parte del laboral y empapa todas las estancias de su húmeda existencia. En manos inútiles o irresponsables, este argumento podría degenerar en comedia de trazo grueso o en drama sensacionalista. Por suerte, cae en las manos de SteveMcQueen, que ya me dejó KO en el mismo festival con su ópera prima, Hunger.

Apuntaba Jordi Costa en su crítica para El País que McQueen es un cineasta del cuerpo y sus fantasmas. El cuerpo humano y sus tormentos físicos y mentales es el gran protagonista de sus dos películas. Realmente, y recurriendo al tópico, Sullivan, aunque a priori pueda parecer que lo pasa en grande follando a diestro y siniestro, vive encarcelado en su propio cuerpo, esclavo de pulsiones que escapan a su control.

Todo esto irá quedando claro a lo largo de la película, que cuenta con planos magistrales y con una atmósfera in crescendo que acabará trasladando al propio espectador el asfixiante agobio, el descorazonador hastío, que lleva a Brandon Sullivan a vacíar sus pringosos demonios en cuerpos ajenos. Ya lo comenté aquí al hacer el resumen de lo que dio de sí el último festival de Donosti: hay que saber muy bien cómo rodar y lo que te llevas entre manos para poner en pantalla un trío de varios minutos sin escatimar detalles y que, en vez de excitarte, te dé asco.

A todo ello contribuye el grandioso Michael Fassbender, actor fetiche por ahora de Steve McQueen, que llena la pantalla, aunque no lo suficiente como para eclipsar a la frágil y quebradiza Sissy, su hermana en la película, contrapunto delicado y doliente de la figura de este lobo herido que, cada vez que busca una presa, busca desaparecer en ella, es decir, morir en el acto. No en vano llaman los franceses al orgasmo "la petite morte".


viernes 9 de marzo de 2012

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