mientras dormía
tuve un sueño
donde yo era el mejor poeta de la galaxia
un portento mil veces superior a homero
una maravilla que dejaba en ridículo a los clásicos
un monstruo poético cuyos versos como centellas luminosas
habrían hecho parecer a shakespier un niño con crayones
y a neruda un puto subnormal oligofrénico
las mejores universidades ofrecían cursos para estudiar mi obra
en italia habían acuñado una moneda de 1000 liras con mi efigie
mis libros se vendían por toneladas
la gente se mataba por conseguir un ejemplar autografiado
y en ebay y otros sitios de reventa
sus precios alcanzaban cifras astronómicas
yo volaba de continente en continente
dando conferencias y toda esa vaina
a bordo de mi turborreactor de 20 plazas
donde un contingente de enloquecidas admiradoras
se encargaba de cocinar para mí excelsos platillos
tomar mis poemas al dictado, masturbarme en el jacuzzi
prepararme tragos, darme de comer en la boca y de vez en cuando
desgreñarse entre ellas para ver cuál de todas
tendría el privilegio de dejarse encular
por el poeta más chingón de la jodida tierra
pero mi sueño no iba en realidad de esto
se trataba de algo completamente distinto
algo que tenía que ver con un poema
un breve poema de sólo tres versos, tan perfectos, tan sublimes
que habrían hecho cagarse de añoranza a los dioses
por supuesto, no recuerdo ninguno de esos versos
-si yo recordara los fantásticos poemas que escribo en mis sueños
no estaría ahora escribiendo esta mierda de poema
metido en un puto cuchitril de 4 x 4
ubicado en un apestoso pueblucho que ni siquiera sale en los mapas-
sólo me quedó la sensación de que, probablemente
eran los tres versos más grandiosos y espectaculares
que alguna vez concibió poeta alguno
y el meollo de mi sueño era el siguiente:
me había tatuado aquellos tres versos en la verga
-cada verso extendiéndose en toda su magnificencia
a lo largo de los 25 centímetros de mi estaca en erección-
y tenía contemplado realizar una gira mundial
cuyo objeto sería permitir al mayor número posible de seres humanos
introducir mi miembro erecto en su boca
a fin de que así pudieran degustar
de manera directa e inmediata
el arte poético de un servidor
según la lógica de mi sueño
mi gira duraría aproximadamente dos años
y para entonces el 80 % de la población mundial
habría tenido la oportunidad
de meterse mi poesía en la boca
-y quizás incluso obtener un orgasmo con ello-
desgraciadamente algo pasó
justo un poco antes del momento en el cual
la primera en una kilométrica fila de hermosas y sensuales chicas escandinavas
-mi gira comenzaría en la plaza central de estocolmo-
se disponía a introducirse mi verga endurecida
en la húmeda y suculenta oquedad de su boca:
quizás el puto perro del vecino comenzó a ladrar
quizás algún pendejo borracho lanzó un grito
al ir pasando por la calle, afuera de mi casa
quizás la fulana del cuarto al fondo del patio
aulló como una perra cuando el marihuano con el que a veces se revuelvca
le empezó a dar por el culo con más vehemencia que de costumbre
lo que haya sido, el caso es que me desperté
y al abrir los ojos, en el dorso de mi verga tiesa
escrita con rotulador de tinta negra
distinguí la frase que la noche antes
al calor de las copas, en una especie de improvisado concurso realizado
entre varios de los consuetudinarios parroquianos del maracaibo
-consistente en ver quién, de entre toda la bola de pendejos que estábamos allí
podía concebir el verso más original de la velada-
yo mismo, pletórico de inspiración, bendecido por las musas
había inscrito en mi propio apéndice copulatorio:
"tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal en tres tristes trastos tres tristes tigres tragaban tr..."
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