domingo, 23 de marzo de 2025

el mejor poeta de la galaxia


mientras dormía 

tuve un sueño

donde yo era el mejor poeta de la galaxia

un portento mil veces superior a homero

una maravilla que dejaba en ridículo a los clásicos

un monstruo poético cuyos versos como centellas luminosas

habrían hecho parecer a shakespier un niño con crayones

y a neruda un puto subnormal oligofrénico

-mi poesía eclipsaba incluso a la del inefable george lemon de mar del plata-

las mejores universidades ofrecían cursos para estudiar mi obra

en italia habían acuñado una moneda de 1000 liras con mi efigie

mis libros se vendían por toneladas

la gente se mataba por conseguir un ejemplar autografiado

y en ebay y otros sitios de reventa

sus precios alcanzaban cifras astronómicas


yo volaba de continente en continente

dando conferencias y toda esa vaina

a bordo de mi turborreactor de 20 plazas

donde un contingente de enloquecidas admiradoras

se encargaba de cocinar para mí excelsos platillos

tomar mis poemas al dictado, masturbarme en el jacuzzi

prepararme tragos, darme de comer en la boca y de vez en cuando

desgreñarse entre ellas para ver cuál de todas

tendría el privilegio de dejarse encular

por el poeta más chingón de la jodida tierra


pero mi sueño no iba en realidad de esto

se trataba de algo completamente distinto

algo que tenía que ver con un poema

un breve poema de sólo tres versos, tan perfectos, tan sublimes

que habrían hecho cagarse de añoranza a los dioses


por supuesto, no recuerdo ninguno de esos versos

-si yo recordara los fantásticos poemas que escribo en mis sueños

no estaría ahora escribiendo esta mierda de poema

metido en un puto cuchitril de 4 x 4 

ubicado en un apestoso pueblucho que ni siquiera sale en los mapas-

sólo me quedó la sensación de que, probablemente

eran los tres versos más grandiosos y espectaculares

que alguna vez concibió poeta alguno


y el meollo de mi sueño era el siguiente:

me había tatuado aquellos tres versos en la verga

-cada verso extendiéndose en toda su magnificencia

a lo largo de los 25 centímetros de mi estaca en erección-

y tenía contemplado realizar una gira mundial

cuyo objeto sería permitir al mayor número posible de seres humanos

introducir mi miembro erecto en su boca

a fin de que así pudieran degustar

de manera directa e inmediata

el arte poético de un servidor


según la lógica de mi sueño

mi gira duraría aproximadamente dos años

y para entonces el 80 % de la población mundial

habría tenido la oportunidad

de meterse mi poesía en la boca

-y quizás incluso obtener un orgasmo con ello-


desgraciadamente algo pasó

justo un poco antes del momento en el cual

la primera en una kilométrica fila de hermosas y sensuales chicas escandinavas

-mi gira comenzaría en la plaza central de estocolmo-

se disponía a introducirse mi verga endurecida

en la húmeda y suculenta oquedad de su boca:


quizás el puto perro del vecino comenzó a ladrar

quizás algún pendejo borracho lanzó un grito 

al ir pasando por la calle, afuera de mi casa

quizás la fulana del cuarto al fondo del patio

aulló como una perra cuando el marihuano con el que a veces se revuelvca

le empezó a dar por el culo con más vehemencia que de costumbre 


lo que haya sido, el caso es que me desperté

y al abrir los ojos, en el dorso de mi verga tiesa

escrita con rotulador de tinta negra 

distinguí la frase que la noche antes

al calor de las copas, en una especie de improvisado concurso realizado

entre varios de los consuetudinarios parroquianos del maracaibo 

-consistente en ver quién, de entre toda la bola de pendejos que estábamos allí

podía concebir el verso más original de la velada-

yo mismo, pletórico de inspiración, bendecido por las musas

había inscrito en mi propio apéndice copulatorio:


"tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal en tres tristes trastos tres tristes tigres tragaban tr..."



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