domingo, 31 de marzo de 2019

oscura noche solitaria de un viejo poeta olvidado


a pesar de esa imagen de tipo duro que proyecto al exterior
-sólo un viejo cabrón amargado al que ya todo le chupa un huevo-
y de que mis ex mujeres vayan por ahí diciendo que de todos los pendejos que se las cogieron
el más puerco de todos y por goleada siempre fui yo
el más lujurioso, carnicero y brutal
el que nunca les dijo te quiero ni siquiera cuando las perseguía para que le aflojaran el culo
que nunca les regaló una jodida flor, un puto ferrero rocher y que cuando las invitaba a cenar
al final eran ellas las que tenían que acabar pagando la cuenta porque al hijo de puta
cuando no estaba desempleado y andaba sin blanca
-o sea, el 87.3 % de las veces-
se le iba en pedir un puto whisky tras otro hasta acabar borracho en la madrugada y
amenazado con ser puesto en manos de la autoridad porque sólo llevaba encima 300 pesos
y el importe de la factura seguramente ya rebasaba los 5 mil pesos
-alguna vez acabé yendo a parar a la puta cárcel
porque la tipa que me acompañaba se negó a liquidar mi parte de la consumición-
y a pesar de que mis hijas digan ahora que les jodí la niñez
y las incapacité para percibir las dulzuras de la puta vida porque marqué desde temprano
en sus delicadas y tiernas mentes de pequeñas criaturas impresionables
la idea de que todos los hombres eran, a juzgar por la conducta de su amado padre
unos putos borrachos huevones de modales toscos
habla gutural que sólo utilizaban en contadas ocasiones y nomás para dar órdenes
-"¡caliéntame esas putas tortillas, hija de la chingada!"-
y en suma seres propensos a escurrir el bulto y que nunca estaban
cuando una los necesitaba porque apenas repuestos de una juerga
ya estaban de nuevo embarcados en otra y dándole macizo a la puta botella
enredados con un par de furcias en cualquier cochambroso tugurio de por ahí
-nefasta idea sobre el género masculino que luego malograría
sus intentos de relacionarse con los hombres dada la desconfianza y el rechazo
con que ya de inicio los enfrentarían-
y a pesar de que en mis poemas no parezca haber ni brizna de romanticismo
y que de ellos pueda desprenderse la idea de que tengo una puta piedra en lugar de corazón
debo confesar que ciertas noches, sin embargo
cuando este viejo cabrón solitario que vive recluido en un cuchitril de las afueras
-y al que ni sus hijas visitan aunque sea para ver si no se ha muerto ya-
cuando este viejo cabrón se pone a oír algunas de las viejas canciones
que más le gustaba tocar en las rocolas de los congales donde pasó los mejores días
de aquellos maravillosos años de bebercio y puteada sin restricciones...

una cosa rara lo sacude por dentro y hace brotar de sus ojos un par de jodidas y amargas lágrimas


1 comentario:

  1. Aunque cultivó un disfraz de rudo logró sucumbir a las definitivas lagrimas.
    Te invito a mi nuevo blog https://guillermosotgar.blogspot.com/
    saludos

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