sábado, 29 de diciembre de 2018

el cornudo estelar


cada hombre tiene su propia misión que cumplir
a lo largo del tiempo que le toca permanecer
sobre el inhóspito suelo de esta puta tierra

un cónclave de protéicos e iluminados seres ectoplásmicos
desparramados como manteca derretida más allá de los últimos confines del cosmos
se saca de los huevos las jodidas misiones que le toca cumplir a los mortales
y las distribuye aleatoriamente según el horóscopo semanal de la revista hola!

la misión que ellos me asignaron -he podido entenderlo ahora
con la serena sabiduría que dan los años-
fue convertirme en un puto cornudo
por obra y gracia de aquella insaciable degenerada sexual
con quien me casé a los 24

"mandaremos a este pobre idiota pendejo
a ese puto planetita de mierda situado en la esquina más olvidada de la vía láctea
única y exclusivamente para que su amada y cachonda mujercita
la ponga los putos cuernos una y otra vez
a lo largo de los jodidos 12 años que permanezcan casados"

yo, desde luego, nunca llegué a sospechar
en ningún momento durante el transcurso de mi turbulenta convivencia con ella
que lo de mayra estaba escrito en las estrellas

así que todas aquellas veces en que nos peleábamos borrachos
y ella luego se largaba encabronada del departamento apenas con lo puesto
-y lo puesto nunca era gran cosa-
acusándome de ser un culo, un jodido loser, un puto maricón que nunca
sabría cómo tratar a una chica
y se pasaba por lo menos una semana sin dar señales de vida hasta que volvía
maltrecha y puteada como si le hubiera pasado un camión por encima
a refugiarse de nuevo en mis brazos;
todas aquellas veces que ella se fue en el primer coche que se detuvo a su lado en la acera
todas aquellas veces que ella bajó a la tienda por tabaco y no volvió
sino hasta dos o tres días más tarde y sin tabaco
-y borracha y sin bragas y reventada del culo-
todas aquellas veces yo iba acumulando puntos sin darme cuenta
en el gran tablero cósmico donde los dioses llevan el registro
de las cagadas y aciertos en que sus hijos incurren durante sus días sobre la tierra

qué triste me pongo ahora cuando me acuerdo
de los horribles epítetos que le dedicaba a mi pobre nena
al reaparecer ella en el umbral de la casa
-desgreñada, sucia y apestando a semen fermentado-
de vuelta de sus maratónicas jornadas de bebercio y copulación
con cualquier otro pendejo que no fuera yo

qué dolor tan grande me llena el alma
pensando en la cerrazón mental que padecía yo entonces
y que me llevaba a enjuiciar negativamente la práctica desenfrenada de sexo casual
a la que tan afecta era mi chica
basado solamente en obsoletos conceptos morales de viejas épocas
en lugar de tomar como referencia los ultimos descubrimientos en sexualidad humana
según los cuales no hay nada que incremente tanto el placer carnal
como coger medio drogado y un tanto pasado de copas
en un lugar poco familiar y con un perfecto desconocido
al que lo mejor de todo viene siendo que
no volverás a cruzártelo de nuevo nunca más en la vida

hace ya algunos años que mayra se marchó de este mundo
y pronto a mí también me llegará la hora

así que antes de irme he querido escribirle este poema
y así de alguna forma poder expresar
cuánto siento no haber estado a la altura del heróico esfuerzo que ella hizo
dejándose que se la cogieran todos los tipos que se le ponían enfrente
solo para que yo lograra cumplir con mi misión en la vida
gracias a la puta cornamenta que con sus actos
acabó quedando firmemente colocada sobre mi cabeza
incluso ya desde los primeros días de la luna de miel
-cuando se pasó por la piedra a la mitad de los putos lancheros de acapulco-

y reconocer que, sin importar lo que ella pudiera haber obtenido
de todos esos miles de encuentros sexuales que sostuvo con extraños
-de los que muchas veces ni siquiera supo el nombre-
no será sino por su prontitud y ligereza
para bajarse las bragas a la menor ocasión que se le ofrecía
y remacharme así los cuernos aflojándole el culo al primero que se lo pedía;

no será sino por ello que
cuando me llegue el momento de comparecer y rendir cuentas
ante las potencias infinitas que rigen los destinos
de esta mierda de universo donde estamos inevitablemente atrapados

yo podré decir, con el orgullo y la satisfacción de aquel esforzado paladín
que consumó con grandeza su destino...

¡misión cumplida, putos dioses hijos de la chingada!









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