lunes, 30 de octubre de 2017

sobre la conveniencia de ahorcarse a los 50


si cometo el error de llegar a los setentaitantos
seguramente ya convertido en un jodido vejete asqueroso
maloliente, necio, un repelente saco de pellejos
-más aplastado que una lata de cerveza vacía en manos de un hulk borracho-
recluido en el puto asilo municipal para perdedores y fracasados
en la agradable compañía de otros cien despojos vivientes
ex drogadictos, ex convictos, trastornados mentales, todos ya en las últimas
yo, el ex poeta supremo de la galaxia, josé villa
autor de poemas tan excelsos como "quiero tu culo, mi putota negra caliente"
o "manejé 6 horas alcoholizado para poder comerte el coño, vida mía"
me veré reducido a codearme con la crema y nata de la escoria humana
ya incapaz, mucho me temo
de hacer algo más que babear, cagarme encima o quedarme dormido en los rincones
deambularé entonces por los torcidos senderos del polvoriento jardín del asilo
apendejado en grado sumo por la medicación para la bipolaridad y los brotes psicóticos
farfullando interminables monólogos acerca de gloriosos tiempos pasados
donde habría obtenido grandes éxitos literarios, vendido millones de libros
mantenido relaciones sexuales con miles de hermosas mujeres cogelonas
viajado en camello por el sahara, atravesado la antártida en submarino
hecho mierda un lamborghini diablo manejando a 300 km/hr por la autostrada roma-milán
y una noche en la casa blanca cogido con melania mientras donnie jugaba al golf en miami

si no recurro con tiempo a la eutanasia y llego a los setentaitantos
seguramente ya chalado, majareta, sin próstata, incluso tal vez sin huevos
mantendré incólume sin embargo mi enfermiza fijación por el sexo
y hablaré con las enfermeras de mis fantasías anales
les mostraré mi verga marchita en medio de expresiones soeces
intentaré sobarles las tetas y el culo al primer descuido
y les rogaré que me la chupen cada vez que me tomen la presión
me cambien la sonda de la bolsa de la vejiga o me inyecten el neuroléptico del mediodía
obteniendo todo lo más de mis patéticas súplicas
una puta sonrisita de lástima y desprecio infinitos
-eso si no me revientan previamente la cara de un tortazo-

si la cago y no me mato ahora y llego a los setentaitantos
con el puto cerebro seguramente licuado por años de abuso de alcohol y drogas
incapacitado por tanto para aparentar siquiera
que me entero de cosa alguna de cuanto ocurre a mi alrededor
serviré tan solo como objeto de burla y cachondeo
cuando exaltadas y bramudas poetas veinteañeras admiradoras de mi obra
engañadas por el mito del enorme tamaño de mi verga y mi insaciable apetito sexual
acudan al puto asilo para echarse un buen palo con el grandioso poeta josé villa
y se encuentren con que ya no hay poeta ni hay tampoco material para una buena cogida
-en otras palabras: que ya no hay ni puta mierda-
y que allí solo queda un puto remedo de hombre, un jodido vejete con el pañal cagado
al que ya puedes restregarle en la puta cara las tetas de todas esas pirujas de las kardashian juntas
que ni así vas a conseguir que se le borre la pendeja expresión de idiota que muestra

desde que el hijo de puta no tuvo los huevos de darse un tiro digamos a los 65




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