las casas de masaje tailandesas

durante mi viaje por oriente, buscando la paz espiritual
el sosiego de los sentidos y la iluminación del yo profundo
hice escala de una semana en bangkok

la masajista del hotelucho donde me hospedé
se llamaba viantei y oficialmente tenía 18 años
-aunque por su aspecto uno hubiera jurado
que no pasaba de los 14-

platicando de diversos temas culturales
con la bella y espiritual masajista
ella me dijo que en su aldea natal
-un villorrio sin nombre a dos horas de bangkok-
consideran el pene de cada hombre
como una réplica en miniatura del Gran Dios Verga
figura principal de las creencias religiosas de los tailandeses
cuyo atributo es regir los destinos del universo

"el Gran Dios Verga creó a las mujeres
para aliviar la melancolía de sus criaturas terrenales"

(así que no era exceso de semen,
ni calentura,
ni ganas de meterla en un sabroso chochito
ni concupiscencia carnal etc:
era simplemente la puta melancolía)

en la aldea de viantei existe la costumbre mística
de adiestrar a las chicas más hermosas, desde muy jóvenes
en el manejo de ciertas técnicas ancestrales
para mitigar la melancolía

"está escrito en el sagrado libro de sunkay paprika, máximo profeta tailandés
-que vivió 10 años en el desierto comiendo lagartijas y raíces de yaka
a fin de llegar a la cumbre del éxtasis iluminatorio-
que cada vez que una sacerdotisa
acoge el pene de un hombre en su boca,
el Gran Dios Verga sonríe allá arriba
en algún lugar entre las estrellas"

después del masaje antiestrés que me aplicó en la espalda,
viantei se metió mi diosecillo en la boca
y le extrajo un buen chorro de melancolía
(¡y vaya que el hijo de puta estaba melancólico!)


no hay duda de que los putos viajes ilustran:

de no haber ido aquella vez a bangkok
yo seguiría sumido en el error de creer
que ese sublime acto religioso de profunda naturaleza espiritual
que te brinda por solo 20 dólares
alguna de las muchas sacerdotisas disponibles en cualquiera de los cientos de santuarios
consagrados al combate de la melancolía que existen por aquellos rumbos

es simple y sencillamente una mamada