martes, 25 de abril de 2017

sexo en el aire


tengo un dron espía de fabricación soviética con 4 cámaras
visión infrarroja, radar antichoques, autonomía de vuelo de 2 horas bla bla bla
que cada noche lanzo a través de la ventana
y cuyo vuelo dirijo a través de la pantalla de mi celular
mientras bebo cerveza tirado en el sillón de la sala
aprovechando la ausencia de mi media naranja
que cumple turno de noche como conductora de ambulancia;
a estas alturas ya me sé de memoria
las tetas y el culo de todas las tipas de mi puto edificio
y de algunos cuantos más en un radio de 200 metros
conozco también su dieta, sus zapatos
los días que ovulan, sus técnicas masturbatorias
cuántas lloran por desamor, por obesidad, por la imperfección
de una larga nariz, unos ojos pequeños, la cara de caballo
no hay noche sin sexo en algún lugar detrás de las paredes
grises y medio cuarteadas de esos anodinos bloques de cemento
cuarentonas masturbándose con una botella de catsup, ancianos en pelotas mirando porno
maricones practicando el 69, lesbianas vestidas de leñador
chicos adolescentes haciéndose paja tras paja delante del espejo, la rubia del 14-c torre 7
te la chupa por 100 pesos hasta poco antes de las 11 pm
cuando el pobre idiota con quien vive regresa del trabajo;
y ya que hablamos de pobres diablos
anoche atrapé a una pareja en plena cogida
ella a gatas en el piso de la sala
él arrodillado por detrás encajándole tremendo pedazo de verga por el culo
había poca luz pero el dron tenía activada
la visión nocturna de una de las cámaras
y el sensor para escuchar conversaciones a distancia:
"qué puta vergota tienes, obdulio, me encanta cómo me la metes"
oí que decía la mujer
-y el hijoputa detrás de ella con el mete y saca sin parar-
"qué rico se siente cuando a una se la coge un cabrón que sí sabe hacerlo"
dijo luego la mujer en medio de una serie de gemidos
-y el cabrón vergudo dándole mecate como un puto semental africano enloquecido-
"ojalá el pendejo con el que vivo tuviera la mitad de lo que tú tienes, obdulio"
añadió la fulana, cuya voz tenía un timbre que me resultaba familiar
-y el garañón aquel embistiéndola a todo trapo sin reducir el ritmo-
a esas alturas, desde luego,
a mí ya se me estaba empezando a poner dura
e incluso me la había sacado para comenzar a sobármela
pero entonces la tipa giró la cabeza hacia el balcón
-quizás había captado el tenue rumor de las hélices del dron flotando allí afuera-
y al ver su cara en alta definición en la pantalla de mi celular
esos ojos, esa nariz respingona, esa boca que yo tan bien conocía
se me encogió la verga y los huevos se me desinflaron en el acto;
"¿qué estará haciendo ese pendejo de villa a estas horas?"
alcancé a escuchar claramente que decía la mujer aquella
que apenas dos horas antes había cenado ravioles a la crema conmigo
y que de noche conduce la ambulancia del hospital regional de nayarit

de seguro escribiéndole algún puto poema de mierda a los pajaritos del bosque



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