martes, 31 de enero de 2017

nunca es tarde para seguir cagándola


después de algunos meses sin vernos
me topo en la playa con mi viejo amigo nacho,
feliz circunstancia que nos da pie
para ponernos al corriente de las novedades acaecidas
en el devenir de nuestras mediocres existencias:
agosto: nacho contrae infección intestinal
muere su abuela, copiosas deposiciones
durante el velorio y el entierro;
la vieja no le deja
ni siquiera para "comprarme un puto rollo
de papel para limpiarme el culo";
yo soy objeto de asalto con pistola
el exiguo botín obtenido
20 pesos y un rolex pirata del todo a cien
incita la ira y agresión de los malandros
que me tiran dos dientes y me mandan al hospital
con seis costillas rotas y hemorragia interna
septiembre: todavía mermado emocionalmente
por la pérdida de su querida abuela
nacho intenta desesperadamente hallar un poco de consuelo
frecuentando los viejos bares de su juventud
en uno de los cuales, sin embargo
no es consuelo lo que consigue, sino ligar con un travesti
"igualito a shakira pero con el doble de tetas"
con quien acaba pasando la noche en un hotel de mala muerte:
"me dijo que estaba en tratamiento inhibitorio de testosterona
pero me pasé las siguientes dos semanas reventado del culo";
vendo el taxi para poder pagar el hospital;
octubre: sobrevivo a base de 40 mg. diarios de escitalopram
nacho se muda a casa del travesti
su mujer demanda el divorcio
noviembre: añado un litro de whisky a los 40 mgs. de escitalopram
el travesti saquea los 200 mil pesos de la cuenta de jubilación de nacho
y desaparece robándole también su toyota último modelo;
yo sufro un episodio agudo de deliriums tremens
durante el cual decido salir a la calle y arrojarme bajo las ruedas
de un camión de pasajeros cuyo conductor
es tan imbécil que en lugar de hacerme pasar por encima el puto trasto
y contribuir así a terminar con mis problemas
gira el volante en un prodigioso alarde de reflejos
y va y empotra el camión en el pilar de un puente peatonal
diciembre: nacho llora la traición del travesti;
yo paso la navidad encerrado en el psiquiátrico municipal
enero: me sueltan a la calle
-las sesiones de electroshock parecen haber dado resultado-
reduzco la dosis de escitalopram a la mitad
modero mi consumo de whisky
nacho incluye una hora de caminata diaria por la playa
como parte de su terapia física contra los estragos del desamor
allí me lo encuentro un radiante mediodía de domingo
-¡hijo de puta, dónde vergas te habías metido!-
nos sentamos debajo de una ramada y bebemos cerveza
hablamos de las cosas que nos han pasado
una suave brisa sopla desde el mar
las gaviotas planean en lo alto de la inmensidad azul
como puntos brillantes de un maravilloso sueño interminable;
nacho y yo las contemplamos en silencio
aplacada la angustia, incluso ya expectantes

de los espléndidos tiempos que vendrán





2 comentarios:

  1. Me gustó mucho como escribes! Desgracias que intentan por sí solas dar risa...
    Si querés, podés pasarte por mi blog! chicadebrillito.blogspot.com.ar
    Saludos!

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  2. Hola José, oportunidades para errar nacen a cada minuto...
    Buen texto, gracias, buena tarde, besos de alegoría..

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