lunes, 25 de julio de 2016
me quiero suicidar esta noche
si tuviera una pistola conmigo
-en esta puta noche de mierda-
la agarraría y me encajaría el cañón
dentro de la boca y tiraría del gatillo
para meterme un buen plomazo en el cerebro
y desactivar así de la manera más rápida posible
los malditos pensamientos, el ruido, la confusión
que proliferan en tan estrecho recinto, y que desde hace ya tiempo
me mantienen empinando el codo y sumido
en un estado depresivo rayano en la esquizofrenia o
alguna mierda parecida;
me metería una bala de buen grado
para hacer pedazos con ella
esa pantalla constantemente prendida en el interior de mi cráneo
por la que una y otra vez desfilan
jodidas imágenes que ya no quiero volver a ver,
caras y cuerpos de personas
que quizás en otro tiempo me importaron
pero de las que hoy no quiero ya saber nada,
habitaciones, pasillos, calles de pueblos y ciudades
que alguna vez recorrí buscando no recuerdo qué cosa
que en todo caso jamás encontré;
me metería una bala con el mayor placer
para quitarme ipso facto la jodida infelicidad
y la amargura y este perpetuo reconcomerme
al que vivo entregado día y noche mientras le doy vueltas en mi trastornada cabeza
a la interminable serie de pendejadas
en que ha consistido mi vida hasta hoy:
borracheras, encarcelamientos, pleitos, golpizas
trabajitos pendejos, accidentes de tránsito,
caídas por escaleras, balcones, bardas, rejas, ventanas en pisos altos etc
enamoramientos que no debieron ser pero que a pesar de todo fueron y que desde luego
me dejaron cada vez un poco más jodido de lo que ya estaba;
actos y palabras fallidas eclosionados en los peores momentos posibles
estúpidas decisiones tomadas cada vez que lo mejor hubiese sido
no tomar ninguna decisión, meter la cabeza debajo de la almohada
-y no haber movido en cambio ni siquiera un puto dedo
esa lluviosa noche de hace cuatro años, cuando dejé escapar
a la única mujer con la que hubiera podido ser feliz: aurora-
tengo el puto cerebro a reventar de basura e inmundicia
el alma enferma, el corazón cansado y triste
el niño en mi interior muerto de espanto y las ganas de vivir en cero;
afuera llueve, la botella de whisky está por acabarse
me punza la raíz podrida del colmillo superior izquierdo
el ventilador está agonizando, son las tres a.m.
de una tórrida y bochornosa madrugada en la costa del pacífico
si tuviera una pistola conmigo en esta puta noche de mierda
no volvería a escribir ya nunca ninguno de estos pendejos poemas inútiles
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
pero no la tienes y ya está. Amanece. Siempre habrá días mejores aún para los suicidas en ciernes o peores si de lo que se trata es vivir.
ResponderEliminarMe lo llevo al face de Paula Luna que les gustas mucho villita. muaks.
ResponderEliminar