viernes, 24 de abril de 2015

masturbarse perjudica la poesía


después de masturbarme alargo el brazo
y cojo un papel de la mesita al lado de la cama
y me limpio con él los restos de semen desperdigado
encima de mi barriga y entre mis piernas y otro poco
que cayó sobre la cama y luego formo una bola
con el papel y lo arrojo al cesto de la basura
y mientras estoy echado reponiéndome del desgaste
físico que implica eyacular recuerdo de pronto
que en la madrugada tuve un rapto de inspiración poética
y me levanté medio dormido y cogí una hoja de papel cualquiera
y transcribí casi en estado zombi las líneas de aquel hermoso poema
que bailoteaban vacilantes en medio de la espesa bruma
que la somnolencia creaba dentro de mi cabeza y de las cuales ahora
no recuerdo ya gran cosa excepto que quizá se trataban
de lo mejor que había escrito nunca, una lástima porque
al recoger del basurero y desarrugar
la bola de papel manchado con mis excreciones
encuentro que la mayoría de los signos gráficos plasmados en él
son ya irreconocibles y de mi fabuloso poema por tanto
apenas subsiste nada más que un pegajoso grumo de espesa consistencia
un poco del cual me queda embarrado en los dedos que
después me llevo a la boca y chupo casi por reflejo
como si lo que hubiera en ellos fuese el relleno
de mermelada o crema que tienen esos panecillos
que algunas mañanas me zampo con una taza de café




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