domingo, 5 de abril de 2015

LA MALQUERIDA


sábado, 4 de abril de 2015

Héroes te de dios que de lo demás yo me encargo

Lo más peliagudo a lo que me enfrenté esta semana de obligada introspección, fue a treparme a cambiar todas las cortinas de la casa sin que pusiera en peligro un mínimo de mi existencia como sucedió la vez pasada en que cayeron sobre mi cabeza dos cajas grandes que no pudieron sostener mis delgados brazos. Cadena de oración para un alma de pelo desteñido y una rasta color caramelo.

Entre decenas de cosas encontré recados infieles para amores infantiles. Cartas deshabitadas. Amores sin dueño.
Héte tú que los amores van y vienen en el paroxismo raro de mi existencia. Nunca nadie me amó como para decir hasta luego.

Sigo viva y sin un rasguño en mi piel apolillada por los gusanos de la incertidumbre.

Mojé trapos para limpiar huellas hechas por los habitantes de esta casa.Las moscas tienden a defecar sobre las límpidas superficies cercanas a los techos. Despeinando mechudos sobre el piso me aseguré que todo brillara como si fuese nuevo.
Moví cuadros, figuras y todo aquello que de tanto estar ahí parecía pertenecer al sitio en el que la memoria los situó.
Plantitas removidas de su habitual permanencia subyugaron su existencia a un sol lejano.

Bajé, subí, entré, salí, ah no, no salí porque no llegué a tanto. Los caminos recorridos constituyen los cuartos que me habitan. 
Mi álter ego soportó enojos y furias cuando las cosas no salieron bien. Resistí convivir conmigo misma. Nadie salió dañado. Sobreviví a mi propio Yo. Me amo más que quienes  pregonan con tanto ahínco amarse a sí mismas por sobre todas las cosas.

Sin llegar a ser narcisista ni egocéntrica salva soy en mis propios errores.

Para poco casi nada requerí de mi héroe personal. Dicho sea de paso, Él ha salvado de morir a varios miembros de mi familia. No quiero escribir una apología sobre sus cualidades de persona especial, solamente quiero reconocer su trabajo diario conmigo.

Paciencia de santo y a lo que te truje Chencha.

Por regla general la mayoría de los hombres huyen cuando una situación grave y no prevista se les presenta. No saben como lidiar con ella y ponen tierra de por medio como si los persiguiera el diablo. Otros -los menos- se quedan a ayudar y a ofrecer casi su vida por quienes los necesitan. Un hijo, una esposa, un padre, yoquésé.

Conozco pocos de los que se quedan, Barry, Harry, Emilio, Armando, Víctor, son héroes. Sé -poco o mucho- lo que han pasado con sus esposas enfermas. 
En mi caso, si me pongo a enumerar todo lo que Barry ha tenido que soportar le tendría que hacer un monumento.
Malos humores, gritos, enojos, distanciamientos y lo que se acumule en el tiempo que está por venir. Si yo fuese Barry me habría abandonado en el inicio de los tiempos. 

Nunca seré heroína ni ídolo de la afición mundana por mi mal carácter y la poca tolerancia que tengo al absurdo de la cotidianidad.

Mi desapego no se debe a falta de cariño sino a sentirme obligada a hacer algo. Pido que no se preocupen ni se ocupen de mi, sabré sobrevivir.
Pocos hombres tienen la capacidad de cuidar a un enfermo aún a costa de su abandonar lo que más les gusta por estar metidos entre medicinas y cuerpos martirizados por el dolor y la inamovilidad. Soldados del diario vivir. Así es como los veo.

Los héroes duermen al lado de quien los ama, soñando juntos en la cura cada vez más lejana en el tiempo.

Sueños de amor contrito.






 









No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...