jueves, 11 de diciembre de 2014

Diferencias.

Llevaba sin novio un par de meses y era ya demasiado tiempo.
  Me habló con acento Argentino, con su sombrero Argentino, con su bigote Argentino, en aquella cafetería del dentro de Madrid, dónde a veces me tomo un café entre ídas y venidas desde mi provinciana ciudad hasta Madrid y a mis asuntos.
Porteño y sexagenario, tenía ese encanto que tienen los de afuera siempre.
Me gustan los de afuera siempre, siempre, siempre.
Me gustan todos los de afuera de mí porque hablan en claves diferentes, con lenguaje diferente, de mundos diferentes.
Me gustan los de afuera porque se mueven de forma diferente, porque me cuentan cosas diferentes y de distancias que ni siquiera intuyo y de vivencias diferentes.
 Un par de sonrisas diferentes, un par de copas diferentes, y un par de menos diferencias nos llevó al hotel donde me alojaba.
Nos alojamos el uno en el otro profuuuuundemente y de forma diferente.
Al amanecer, un desayuno variado y rico y la promesa de ofrecernos más cosas  diferentes.
 
Madrid a tantos de tantos de 2014.

 

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