sábado, 1 de noviembre de 2014

LA MONSTRUACIÓN

SÁBADO, 01 DE NOVIEMBRE DE 2014
Al hilo de lo antedicho en el pasado artículo respecto a los cómics, es rigurosamente cierto que me crié con ellos. Cuando no jugábamos a la "compresión" ni a nada, leía sentado en la tierra durante el recreo largo, recostado sobre el tronco de un pino. Al no existir soportes digitales, era muy habitual entre los frikis de mi generación vernos, materialmente, con un tebeo entre las manos y realizando intercambios. Las primeras adicciones a la viñeta vendrían de la mano (y nunca mejor dicho) de los maestros Francisco Ibáñez y Juan López, con las hilarantes aventuras de Mortadelo y Filemón y las de Superlópez respectivamente, que siendo un reflejo trágico de aquella época casposa, me hicieron reír hasta el paroxismo. Poco después vendrían las publicaciones americanas de la DC Cómics y de la Marvel Cómics Group, en la que me sumergí de lleno hasta el día de hoy.


Leíamos La Masa, Thor el Poderoso, La Patrulla X, Conan El Bárbaro, Los 4 Fantásticos y otros muchos. Me gustaba especialmente Spiderman, que vacilaba mucho a los villanos con un humor muy característico haciendo del peligro una broma. Otros de mis predilectos era Iron Man, siempre en la vanguardia de la tecnología y añadiendo sofisticadas mejoras a su armadura. Del Capitán América, del cual me gustaba mucho su diplomacia, también era acérrimo seguidor pese a que me desagradaba su excesivo patriotismo. En contraposición y como debe ser, todos estos superhéroes tenían sus grandes enemigos, que muchas veces los superaban en poderes y equipamiento, lo cual resultaba un producto muy atractivo y disfrutable.


Como os decía, un lejano día de aquellos, yo estaba recostado en el tronco de un pino. Leía a Los Vengadores, que estaban enzarzados en una fiera lucha contra su archienemigo, el avanzado robot Ultrón-5. De súbito, el cómic salió despedido de mis manos con violencia, giró aparatosamente sobre sí mismo en el aire, y calló en el polvo con las páginas abiertas como un pájaro muerto. Alcé la vista sobresaltado y delante de mí, como una torre puntiaguda, estaba Pablo, alias "Cadaveric". Un niño de mi clase con facciones de Skeletor, cuya anatomía era de una delgadez tan extrema y aguda que parecía iba a desaparecer de un momento a otro. Aquella criatura, insolente y famélica, le propinó una patada a mi preciada lectura. Se llevó la mano a la entrepierna y sentenció con regocijo: "los que leéis esas chorradas sois unas mariconas". Acto seguido rio burlonamente, se dio media vuelta y empezó a andar sin mirar atrás.


Algo que nunca más he vuelto a sentir obró en mi interior. Todavía sentado mientras miraba a "Cadaveric" con fijeza animal, nació de mis muñecas una ira que como un río de lava abrasaba mis venas recorriéndolas brazos arriba hasta llegar a mi cabeza y hacerme hervir las orejas. De haberme reflejado en un espejo, hubiera visto una cólera capaz de partir el firmamento en dos. Me levanté con un pedrusco que, como un pecho voluptuoso, ocupaba toda mi mano izquierda el tiempo necesario para lanzarlo cobardemente contra el sujeto de tamaña afrenta. Entre el trino musical de los pájaros, el pedrusco describió una bella parábola que se interrumpió al impactar sobre la parte trasera del cráneo de "Cadaveric". Se oyó un "clock" escueto y conciso. Ese sonido hizo que me paralizara aguantado la respiración con los ojos muy abiertos. Pablo, a unos quince metros, se encorvó durante un segundo y cuan largo era se dio la vuelta muy lentamente hasta encontrar mi mirada. No había visto nunca en la cara de alguien una expresión de tan profundo desconcierto. Se llevó la mano a la parte dañada de la cabeza; luego puso sus dedos ensangrentados delante de sus narices. A continuación, y con la mano púrpura levantada ante él, me miró como si se preguntara muchas cosas dando dos pasos atrás y cayendo de culo.


Aquel día me llovió una reprimenda por parte de mis padres y de la profesora. Pero qué más da: cualquiera puede llamarme friki o maricona. Pero nadie trata así mis cómics y sale ileso.




Regurgitado por Cabronidas 

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