sábado, 23 de agosto de 2014

SARCO LANGE



el que está en la puerta es Krusty?....
que Dios bendiga a ese payaso
Bart Simpson







la verdad no sabía muy bien qué estaba ocurriendo

sólo sé que abrí los ojos y lo primero que vi no fue precisamente el techo de mi habitación de púber anciano

no estaban ni las manchas horrorosas de humedad/ ni en las esquinas esos esponjosos y macabros nidos de arañas/ ni la pintura descascarada que cuando había temblores me caían justo adentro de la boca
tampoco esos sarcásticos demonios que te atormentaban a los 15 años/ cuando la geriatría imbécil del insomnio
te encarcelaba la vigilia

no vi nada de eso
cuando abrí los ojos
aquella surrealista mañana
de finales de los 80

lo que en realidad vi
fue un azul categórico/ que conforme iba aguzando la mirada/ logré darme cuenta que no era otra cosa sino el cielo

y si estaba viendo un cielo diáfano y precioso
en lugar de ver el techo de mi habitación
pues de inmediato pensé
que había amanecido muerto

aunque lo que no me cuadraba en la cabeza
era que si estaba muerto
no tenía porqué dolerme la espalda

te creo el alma
pero no la espalda

y a mí me dolía de una forma insoportable

entonces lo hice

me esforcé por atragantarme de realidad
darle impulso a la memoria
comenzar a juntar las piezas de aquel extraño rompecabezas
e intentar comprender dónde diablos me encontraba metido

y a medida que fueron pasando los minutos logré sacar en limpio un par de cosas

- que me hallaba acostado en la acera de algún punto difuso de Santiago
- que en la sabrosa noche recién pasada había inaugurado la primera y gran borrachera de mi vida
- que en algún momento de la madrugada parece que colgué los guantes/ me derrumbé en esa vereda/ que era urgente levantarme de allí/ y partir volando a casa

quise incorporarme/ realizar aquella primera maniobra en el levante del borracho/ poco a poco/ despacio/ lentamente/ para no traumar aún más la culpa del cuerpo dañado/ pero así como logré poder sentarme/ también fue que nuevamente volví a desplomarme contra el cemento

el cabezazo te lo explico otro día

obviamente hice lo que en esos casos es aconsejable hacer
cerrar de nuevo los ojos/ un par de ejercicios de respiración pausada/ dejar el miedo de lado/ y jurarse entre eructos y evasiones/ que jamás volverás a tomar en la vida una botella

créeme que esa mentira
te salva

ese truco te ayuda
más que cualquier analgésico
o sermón barato

el segundo intento/ lo sabrás
tampoco fue lo que se llama un completo éxito

pero el asunto iba avanzando

a la tercera oportunidad
pude por fin lograr mantenerme sentado

apoyé la espalda en la pared
puse la cabeza entre las rodillas
y descansé algunos minutos

me lo merecía

en esa época
no había teléfonos móviles donde ver la hora
o andabas con reloj
o no sabías en qué porción del tiempo
estaba tu vida navegando

y yo tenía un Citizen bien bonito que me había regalado un tío para mi cumpleaños
correa de cuero
un cuadradito donde mostraba la fecha
y era plano

la última novedad en relojes por aquellos años

pero intenta ver la hora en esas condiciones
sólo podrás ver manchas difusas
que se acercan y se alejan
a una velocidad infernalmente caprichosa

aunque al tenor del escaso tráfico en las calles
supuse que aún era temprano

haciendo acopio de fuerzas que obviamente no tenía/ me desperecé
estiré mi cuerpo lo más que pude/ traté de no hacerle caso a la arcada que venía en camino por mi tráquea con grotescas y malsanas intenciones
y decidí que finalmente ya era hora de ponerme de pie

y fue ahí cuando al mirarme las ropas
me di cuenta de algo repulsivo

que mientras estuve inconsciente aquella maldita madrugada
alguien me había orinado encima

alguien se divirtió como nunca
meándole el cuerpo
a un chico borracho de 15 años
que yacía intoxicado en la vereda

sé que podrás entender/ y no enjuiciarme/ si te digo que no fue más que darme cuenta de eso/ para que inmediatamente la arcada que tenía esperando en la garganta/ se convirtiera en una violenta explosión de cosas que no recordaba haber comido/ alcoholes tibios y malignos que brotaban sin cesar desde mi boca/ dejando en el aire un repugnante y ácido aroma a mierda fermentada

a orfandades podridas

a bizarras menudencias de picoteo coctelero
cociéndose en su propio
y viscoso caldo

y como suele ocurrir cuando vacías tu estómago/ cuando vomitas
algo de fuerza
ánimo/ milagro  y voluntad
parece que te violara delicadamente
y tú vuelves a creer en la dulce parafernalia
de dios
y su corte amable de estridencias

así que finalmente logré ponerme de pie
aunque siempre con la precaución
de no alejarme mucho
de la muralla donde estaba apoyado

y yo te pregunto ahora
¿qué es lo primero que haces cuando estás en una situación así de fragmentada?

fácil: revisar si está la billetera y la plata

¿y qué crees?
BINGO!: no estaba

me la habían robado/ junto a las pocas monedas que llevaba en el bolsillo de los jeans

al menos el jodido ladrón tuvo la brillante deferencia de haberme dejado el Citizen

pero no me servía de mucho
pues aún seguía borroso

la situación era la siguiente:
estaba perdido en alguna parte de Santiago
con la conciencia aún damnificada por los diversos vapores del alcohol
la ropa meada y vomitada
sin plata
sin documentos de identidad
enfermo
y para colmo de males
sin saber la puta hora

(pero sabes?, hay cosas peores, como cuando el neorrabioso del batania colgó un post hace un par de años diciendo que su entrada (no recuerdo cuál, no suelo visitar La Casa del Ego) el primer día de publicada ya en la noche había recibido 1000 visitas, al otro día 1500 y al siguiente otras mil más...

las ostras no hacen alarde de sus perlas, creo yo. O quizás sí, o quizás no, o quizás tampoco o quizás también....vaya uno a saber)

bueno, volviendo a esa etílica mañana vale decir que me era imposible orientarme para saber en qué parte de Santiago me hallaba, intentaba divisar la Cordillera de los Andes y así dilucidar dónde se ubicaba el norte y dónde el sur/ pero tenía una grave epilepsia en la mirada/ y la concentración propia de un mono recién baleado
trataba de ver si la Torre Entel se asomaba por ahí entre los edificios pero nada
lo único que veía era la pared donde estaba apoyado
y un grupo de cuatro o cinco perros vagabundos escarbando papeles asquerosos que habían sacado desde un contenedor de la basura

(o sea batania es buen poeta
pero los hay mejores

y son mujeres)

estaba en eso
haciendo lo posible por orientarme y descubrir dónde mierda me encontraba
cuando se me acerca una señora ya mayor/ de unos 85 años
y me dice hijo/ cómo te sientes ahora?

ese "cómo te sientes ahora" lo escuché por partes y en modo cámara lenta
igual que si me lo hubiese dicho alguien en un susurro desde otro país y estando yo en el polo
pero a los 15 años todos llevamos dentro el bonus track de una tragedia
de modo que pude rápidamente desencriptar las piezas del mensaje
y contestarle con la mejor voz que pude sacar
más o menos señora
me siento más o menos...

quieres venir a casa a lavarte la cara y tomarte un café que acabo de preparar?, vivo en la acera del frente
me dijo la amable ancianita con una sonrisa tan perfecta
que supe que esa luminosa dentadura venía saliendo recién desde dentro de un vaso con agua
y al pensar eso me percaté
que llevaba una sed tremenda/ fabulosa/ una sed tan indescriptible
tanto así que descubrí que si das vuelta la palabra sed
te queda des, cierto?

desierto

eso tenía yo en la garganta
un desierto
uno árido
uno feo
corrupto

interminable

al igual que este febrero 2014 en que una viejecilla me salvó de la muerte en Isla Negra cuando me fui a una cabaña a preguntarle a la vida el porqué los mares se me habían estancado entre los ojos
pues en aquella soleada y borracha mañana también me salvó el pellejo una señora
quizás fue la misma/ reencarnada una y mil veces en mi vida/ para ahuyentarme las trampas/ que necrosan mi precaria cercanía
con las palomas imposibles
y sus grisáceas epidemias

vamos
le dije

fuimos

y entré

la casa de la mujer
recuerdo era muy oscura y grande
de esas antiguas
el techo por lo menos medía tres metros de altura
el living olía a cloroformo y plumas de pato
los sillones eran duros/ toscos/ viejos
descoloridos por la angustia que trafica el tiempo

y había un gato enorme

inmenso

parecía una oveja

se me acercó lentamente/ como suelen acercarse los gatos
me olió la parte de abajo de los pantalones
abrió su boca en una mueca de asco
quedó tres segundos inmóvil
luego salió disparado hacia alguna parte de la casa
y ya no se dejó ver más

gato de mierda

y yo ahí parado
en medio del living/ sin entender mucho de qué se trataba aquel domingo
porque suponía era domingo
no podía ser otro día
ya que es en los domingos
cuando nos ponemos a morir de a poco
y la importancia mamífera de la ansiedad
se nos cuelga al cuello
como un corazón
que no pudo nunca cicatrizar su amable gangrena

(por cierto, el batania se mandó una pintada que, hay que reconocerlo, es una joya, una genialidad, esa de los equilibrados y los equilibristas
no puedo transcribirla completa porque te juro que para hacer eso habría que pagarle los derechos de autor....
                 y después los poetas abren sus líricas fauces carroñeras y gritan que la poesía no es de nadie y que si se escribe es sólo para que vuele libre a través del viento)


el punto es que la amable veterana de pronto hace aparición en la sala con una bandeja sobre sus manos que tenía una taza grande de café humeante/ un vaso de jugo de naranja/ una jalea roja que bailaba en un platito con el borde roto
y dos píldoras que supuse eran aspirinas

esto es para ti/ hijo
tómate el café
antes que se enfríe

tomé la taza del humeante café negro, me la acerqué a la boca y te juro por el alma de los desalmados que el aroma a paraíso colombiano que me entró por la nariz no se me olvidará nunca mientras viva
le di un sorbo pequeño/ apenas besando la taza/ me relamí como únicamente lo hace un tigre después de haberse comido un tierno jabalí/ la volví a dejar en la bandeja/ luego cogí el vaso con el jugo de naranja
y de un solo envión me lo escancié

señora
por favor
le puedo hacer una pregunta?

por supuesto hijo/ dime

sería tan amable de decirme la hora?

claro/ las 09:15 de la mañana
y anoche mientras dormía
sentí un jolgorio ahí afuera
me asomé por la ventana
y te vi cantando en la vereda
junto a otro muchacho
                                                      (a la puta madre el Cristian!
                                                           dónde está el Cristian!
                                                              se me había olvidado el Cristian!)

se notaba que iban borrachos
pero me entretuve mucho
viéndolos cómo cantaban El Gavilán/ de Raphael
tu amigo se quitó la cazadora que llevaba puesta
e hizo con ella las veces de capa
la movía en el aire y tú la toreabas
y seguían cantando a toda pasta/ se abrazaban/ lanzaban carcajadas
y así se lo pasaron por horas
hasta que se detuvo un vehículo frente a ustedes
alguien de adentro bajó la ventanilla
sacó su cabeza y les dijo algo
se abrió una puerta
y tu amigo se subió al coche
mientras tú le gritabas enloquecido que no lo hiciera

                                                                       (Cristian dios mío 
                                                                           dónde mierda estás, primo!)


después de haberle pedido el baño
después de haber entrado al baño
después de haber vuelto a vomitar en su baño
después de haber meado largamente en su baño
después de haberme mojado la cara en su baño
después de todo eso ocurrido en su baño
le di las gracias a la señora
me despedí
le di un beso en la mejilla
me acompañó hasta la puerta
y me largué de allí

pero me faltó hacerle una inmensa pregunta
de modo que regresé y golpeé su puerta
y al abrirse le dije perdone señora que la moleste de nuevo pero me olvidé de preguntarle algo

dime/ hijo
pregunta

señora
en qué parte de Santiago estamos?

ay chiquillo mío!
veo que aún te humilla la resaca
estamos en la calle San Pablo
coge un taxi y que te deje en La Alameda
ahí te podrás ubicar y alcanzar un autobús
que te lleve a casa

señora/ no tengo dinero
me robaron la billetera
usted me podría prestar algo de plata para irme a casa
y yo mañana vengo y se la devuelvo?

mi santa señora se metió la mano en el bolsillo de su delantal floreado y me pasó un par de billetes muy arrugados y algo húmedos pero que me alcanzaban de sobra para irme en taxi incluso hasta mi casa
pero uno no suele coger un taxi hasta después de cumplir los 30 años
así que le di las gracias
volví a darle un beso
y ya sabiendo dónde me hallaba
me dispuse a regresar a casa
no sin antes buscar un locutorio
y llamar por teléfono a mis padres

fue la peor idea
que se me pudo haber ocurrido

un día 
te contaré el porqué 




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