Se acabó el veraneo y la indolencia. Se acabó el dinero. Se acabaron las sábanas arrugadas. Las cenas y las comidas tardías. Las sobremesas interminables. El exceso y la autodestrucción. La música a demasiado volumen. Se acabó dormir mucho y trasnochar más. Se acabó correrme en las tetas de Laura. Se acabó la libertad. Se han acabado muchas cosas pero no el blog ni mis ganas de reírme de todos y de todo. Y quién sabe si mi próximo veraneo no será en una pequeña aldea perteneciente a la España más profunda y mohosa que se recuerda. Al fin y al cabo ¿no es el final un nuevo comienzo?
Publicado por Cabronidas
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