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Acerca de jordi M. Novas

Cargado de miedos. Valiente. Tímido. Descarado. Un ser que utiliza la escritura para no delinquir, y así poder proyectar todas la obsesiones en personajes ficticios que hacen y dicen cosas que la gente no quiere ver ni oír.

X.

Es el primer día. La versión oficial es que te abandonan allí por tu bien. Una niña de unos veinte años de repente tiene que lidiar con treinta críos (quizá no eran treinta, pero como si lo fueran). De modo que –como tienes cuatro años y básicamente no has pedido estar allí, y ni tan siquiera pediste nacer ni adquirir responsabilidades ni pintar arco iris o moldear ceniceros con plastilina– lo que haces es llorar. Te pones a llorar con todas tus fuerzas, y no eres el único. Estás desconcertado, abandonado, te llaman al redil, te ponen en fila, te ordenan ir de la mano en parejas, te invitan a callarte. Luego te dicen que más vale que aproveches, porque esa es la etapa más feliz de tu vida. ¡Ah!, por supuesto, la niñez, todo es diversión, libertad absoluta y jodienda, drogas, flexibilidad, un montón de dinero y sexo a todas horas. Es el anteproyecto de eso, al menos, de lo que te venderán por felicidad; las drogas serán un complemento relativamente evitable. La niñez, vaya que sí, esa etapa llena de adultos a los que ves en plano contra-picado occidental… si has tenido suerte geográfica al nacer, claro. No tardarás mucho en oír a alguien decir que los niños de África son felices solo con corretear y masticar piedras. Así que más vale que espabiles, ese desequilibrio te interesa. Las capas de confusión moral y ética que te meterán por tu culo infantil no serán algo que te aclaren en los subsiguientes años; ni aunque seas un buen estudiante; o más bien, sobre todo si lo eres. Deberás intentar aprender a valorar la esencia de las cosas mientras intuyes que bajo todos los discursos el mensaje es que lo importante es el sempiterno dinero. Te hablarán sobre la profundidad del Amor mientras luchas por la nota media para conseguir introducirte en el camino al euro. Te adherirás al mensaje sobre la inabastable valía de la generosidad mientras te cuentan que la madurez existe, y que se consigue con pasta, pasta gansa. La idea del valor incalculable de la vida será el envoltorio de las monsergas de aquellos que sobre el papel te quieren, siempre y cuando te calles de una puta vez, joder, y te metas a tu cuarto a estudiar si no quieres ser un puto desgraciado. Niñato de mierda, menuda desgracia nos ha caído, vagueando todo el día y sin hacer nada de lo que tiene que hacer, no coge ejemplo de su hermano ni de ninguno de sus amigos, se pasa el día encerrado o vete saber dónde en la calle … No es bueno que te tomes al pie de la letra lo de que la infancia es la etapa más feliz; la verdad es que con el tiempo verás que siempre hay una teoría y luego está la práctica (y luego hay millones de matices). Lo que seguramente en realidad pasa, es que entienden que la infancia es la etapa más feliz porque aún no tienes que afrontar del todo la mierda alambicada, estúpida, cruel e hipócrita que ellos han erigido por Sociedad. Es un intrincado sistema de valores por el cual por fuera deberás parecer conforme y más o menos feliz con todo, mientras por dentro… bueno, probablemente tendrás que perfeccionar una especie de esterilización del espíritu. Es, en el fondo, la misma razón por la que un niño en África puede llegar a ser feliz (o “feliz”); es adaptación al medio, y sucede en todos los ámbitos y clases sociales: es el mismo motivo por el que un basurero se puede acostumbrar al olor del camión de basura; que él se haya acostumbrado no significa que la basura no siga ahí. La versión predominante de la historia, o el credo al que hay que rendir pleitesía, es que debes olvidar, debes enterrar toda esa inmundicia, y puedes hacerlo solo con cosas. Debes convencerte de que puedes fabricarte un alma si visitas las suficientes tiendas de ropa o tu casa es lo suficientemente mona y sufre reformas constantes. Tu valía como ser humano se deberá medir según proliferen tus “méritos” a cierto nivel. Da igual que estés hueco si te has pateado la Capilla Sixtina o has visitado una buena colección de países extranjeros en verano. En esas fotos quizá hay recuerdos, sí, pero sobre todo es la prueba definitiva de que tú sabes cómo hacer las cosas, cómo vivir en este mundo, y que no solo no hueles ya la basura, sino que tampoco te importa; y tanto es así que incluso puedes fingir que sí, que te crean, y montar toda una religión al respecto. No hay como fabricarse una existencia a prueba de pensamientos. Si te esfuerzas un poco más en esa línea, un día acabarás viendo una foto, lo único que te recordará es que estabas haciendo una foto, y te dará completamente lo mismo. La idea de la felicidad se venderá tan barata que prácticamente te la regalarán si te cambias el móvil. Y es posible que eso ya se esté haciendo. Quizá eso ya esté pasando, porque los clientes potenciales podrían ser ya así. Podrían aceptar simplemente la sugerencia de creerse felices, y así no tener que pensar qué van a hacer con su tiempo si no es comprarlo.
La chica de la planta tropecientos pone cara rara y dice que nunca ha hecho eso. X., criado en su día por padres de clase media mal acomodada, dice que es verdad que es una guarrada, pero venga hombre, la gente hace cosas mucho peores, aquí la diferencia es que al menos no hay pagos de por medio, nadie se está prostituyendo, solo son dos adultos eligiendo hacer guarradas, quién sabe, quizá hasta disfruten de esas guarradas. Aquí nadie es una puta, nadie es un maltratador ni un chulo, y el pis de semejante chica no puede ser tan repugnante.
–Eres un cerdo.
–Así no vas a hacer que se me baje la erección.
–Está claro que eres un cerdo.
–Creo que deberías mearte en mi polla. Y que conste que el primer plan era mi boca.
–Qué asco, en serio.
–Tú no vas a… Yo no pienso mearte encima, nunca haría eso, solo quiero un poco de tu…
–Creo que voy a vomitar.
–Solo te haces la escandalizada.
–No me vas a convencer.
–No te preocupes, no me va la coprofagia, mi límite es la lluvia dorada. Y no es porque me guste mucho el pis, es la idea de hacer semejante cosa, en la intimidad, algo que por fin es casi seguro que no saldrá de la intimidad. Algo que los demás no sospecharán, no podrán intuir. Si lo piensas bien, es lo más cercano al amor que muchas parejas podrían hacer entre ellas.
–Estás como una cabra.
–Qué dices. No. Me educaron en un colegio público (si es que es distinto al privado…) Soy tan previsible que tengo planeados los próximos cuarenta años. Si me preguntas por una fecha de dentro de diez años, te puedo decir casi seguro qué estaré haciendo, siempre y cuando no se tuerza el plan…
–Tu novia seguro que no hace guarradas así.
–A eso me refiero, has dado en el clavo. Mi novia tiene una sopa de letras sencilla por cerebro. Eso y un máster.
–Y cuernos…
–Qué quieres, ella es tan humana como yo, nos conocimos casi con pañales. Somos la pareja modelo, nuestros padres creen que a estas alturas ya sudamos colonia y nuestro gato de concurso caga caviar. Tenemos una hipoteca y planes de no-cambio hasta la muerte.
–Hay gente que no necesita una vida paralela…
–Sobre el papel nadie hace esto, ya, pero no veo el argumento…
–Por algo no lo harán…
–Me vas a hacer decirlo…
–…
–La verdad es que nunca me han practicado la lluvia dorada. Es solo una fantasía, algo que me gustaría hacer. Que me hiciesen.
–Y ¿qué pasa si en el proceso descubres que te da asco y ya no hay marcha atrás…?
–He pasado años comiendo mierda prefabricada de todas las clases, podré con un poco de pis. Si me da asco soy perfectamente capaz de disimular. Llevo miles de lunes disimulando. Semanas enteras. Años. Hace poco mi novia me preguntó si quería tener hijos y le dije que sí sin titubear, con una sonrisa de psicópata que ella se quiso creer. Soy una persona perdida, solo una más, solo quiero portarme mal de vez en cuando, sin hacer daño a nadie.
–Y que se te meen encima es… ¿una declaración?
–…
–¿Si tu novia te lo propusiera tu vida te parecería mejor?
–No nos podemos poner en supuestos absurdos. ¿Sabes qué contestaría yo de verdad a esa gente que te pregunta qué te llevarías a una isla de desierta? Me los llevaría a ellos y una pistola escondida, porque creo que son la clase de imbéciles que tienen las riendas…
–Me estás comenzando a dar miedo.
–No mataría a nadie, no te preocupes, o sí, pero tú también, solo hemos tenido suerte de ser de donde somos y ser en general coyunturalmente afortunados.
–Ya.
–No quiero perder mi vida, es una mierda, pero es cómoda, cambiarla a estas alturas sería tal follón que seguir en ella seguramente sea más inteligente. Fui sincero contigo desde el principio.
–Creo que no me voy a beber ese vaso de agua, y que deberíamos dejar de vernos…
–¿En serio? ¿Qué más te da? ¿Qué edad tienes?, ¿como 20 años? ¿Qué piensas hacer? ¿Una chica casi niña en Periferia buscando una relación seria? Qué será lo siguiente, ¿buscar comida sana?
–A lo mejor es que no quiero hacer esto más contigo.
–¿Vas a buscar a un tío que le ponga los cuernos a su novia pero tenga la decencia de no decírtelo? Yo también puedo ser un hipócrita mentiroso si quieres, tengo un montón de años de práctica, es lo que hago casi todo el tiempo en mi vida oficial, no hay nada de mi piso o mi trabajo o lo que haga que tenga una mierda que ver en realidad conmigo. ¿O es que acaso te vas a buscar a alguien de tu edad…? ¿Un buen chico que folle como Peter Pan y se corra como Campanilla…? No me lo creo.
–Capullo…
–Oye, eres la primera cosa que hago que ha sido elección mía de verdad… La primera, a mis casi cuarenta años, yo, X., algunos dirían que esto ha de tener bastante significado.
–No vas a conseguir ablandarme.
–No intento ablandarte, es la pura verdad. He sido una especie de monja del sistema, siempre dentro de él, enclaustrado, cabizbajo, atento a todas las órdenes, siempre cumpliendo. Y ahora deberías verme en casa con mi novia, hablando con ella de casarnos y tener hijos, y me da vértigo solo de tener que sacarlo a colación aquí contigo. Y no me vengas con que cambie mi vida y ya, no compres nunca esa moto, eso apenas pasa, pasa mucho menos de lo que crees, la gente se deja llevar, no quieren restarle sentido a sus principios de base, no quieren darse cuenta de que quizá se hayan dejado manipular en lugar de haber tomado decisiones propias.
–Creo que eres un capullo. Y también un cobarde.
–Ahora no sé si me hablas en serio o me estás provocando…
–Y un cerdo…
–Me va a volver la erección.
–No pienso hacer eso…
–Pero podemos seguir con lo otro…
–No. Creo que ya me he enfriado.
De un minuto para otro, fuera se oye pasar a la policía desde hace un buen rato, varios coches y unidades. Y se oye retumbar algo, como algo que se acercara, algo enorme e imposible de manejar. Algo que da pasos.
–¿Oyes eso? –dice la muchacha.
–Sí…
Ese Algo sigue haciendo temblar el suelo, y cruza por delante de la ventana. Parecían escamas, un organismo vivo, torpe, puede que sin malicia, pero obtuso y asustado, como de ficción asiática. La chica lloriquea mientras tiembla el suelo. X. tiene miedo, pero también una sonrisa de oreja a oreja. El estruendo –muy cercano– que llega ahora y se hace creciente, parece el violento derrumbarse de un rascacielos.
xx