jueves, 12 de junio de 2014

LA MONSTRUACIÓN

Jueves, 12 De Junio De 2014
El rescate.


Finales de abril del 2009. La Costa Brava.


Querida, es noche cerrada y llueve como si los Dioses lloraran toda la tristeza del mundo. Como que no encuentro manera de comunicarme contigo a través del móvil que siempre tienes descargado o fuera de cobertura, me veo en la urgencia de enviarte esta carta a la dirección de correo de tu pc. Sé que lo tienes siempre arrancado, con los ventiladores girando las 24 horas del día para enfriar los componentes electrónicos que deben de estar más castigados que un toro de lidia en la fiesta "nazi-onal". Aquí estoy, fumando de mi pipa siempre que la pesadumbre me embarga, en una cochambrosa taberna que supura llantos de sus rincones y se arrastran sombras sin alma. Parapetado tras el portátil, intento hallar en las perezosas volutas de humo, las palabras precisas que te hagan entender del modo menos hiriente del que soy capaz, el porqué de esta misiva.


Como presentíamos, mi estimado amigo y protegido, Cabrónidas, ha padecido en silencio por temor a que nos preocupáramos, un asco progresivo causado por la mal llamada sociedad del bienestar, que se ha ido acentuando hasta el punto de que ha decidido insonorizarse y aislarse allí donde habita la belicosa tribu de los Jíbaros, en las exóticas fuentes del Amazonas. Has leído bien, querida; eso es lo que decía la nota que ha dejado entre mis cedés de Bach y Beethoven. El muy ladino se ha asegurado de que tarde o temprano encontraría esa nota. ¿No lo entiendes, querida? Quizás, esa nota indicando su paradero es su particular forma de pedirme ayuda. Y la va a necesitar; lo que este condenado idiota desconoce, es que los Jíbaros son un pueblo que no olvida y todavía recuerdan cuando el Imperio inca y el español trataron de someterlos. Querida, temo que esos salvajes quieran reducirle la poca cabeza que le queda al tamaño de una naranja. Por eso te suplico, te imploro, que entiendas que debo emprender su rescate y traerlo de vuelta antes de que sea demasiado tarde.


Sé que quizás te pido demasiado. No creas que he olvidado aquel reciente ultimátum de aquella noche inolvidable; la misma cuyas estrellas presenciaron cómo nos amamos con la lujuria arrolladora de dos adolescentes. O él o yo, dijiste pasada la erupción de nuestros cuerpos, clavándome la mirada como una sentencia innegociable. Como si después de pronunciar aquellas palabras me colocaras al borde del abismo. Elegir el abrazo de un precipicio oscuro e incierto o dar media vuelta y elegirte a ti. Optar entre la amistad o el amor. Desistir del precario equilibrio de vivir entre dos tierras y elegir vivir en una de las dos. Cariño, estas son circunstancias sumamente especiales, como especial es la verdadera amistad. Él haría lo mismo en mi lugar, por lo que no puedo aceptar la opción que tú me das: darle la espalda por completo y dedicarme enteramente a ti. Después de todo ¿a quién quiero engañar? ¿No he tomado ya una decisión desde el mismo momento en que decidí escribirte esto?


Volveré con él o no volveré, y si lo conseguimos, volveré a ti y te pediré tan solo una vez que reconsideres tu postura. Así que aquí estoy, para decirte que parto dentro de una hora, de este sucio rincón olvidado donde perecen los sueños y las promesas, y donde cada suspiro es una decepción. Querida, que estas palabras no sean las últimas que te ofrezca ni sean una despedida. Sigue lloviendo como si fueran los Dioses quienes lloran, y aunque oigo su nombre en los truenos, los rayos escriben tu nombre en la tormenta.




Publicado Por Cabronidas

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