jueves, 12 de junio de 2014

JOSE VILLA


LA DUREZA DE LAS COSAS

es duro saber
que a pesar de llevar más de tres años enamorado de aurora
ella no quiere tener nada que ver conmigo;
ya me lo dijo mil veces
simplemente se dio cuenta de que no soy su tipo
-además estoy demasiado viejo para ella-
ya me dejó bien claro que no quiere volver a verme
ni que le vuelva a mandar poemas al hotmail
si fuera posible incluso hasta que me muriera
o me embarcara en un barco ballenero japonés
y me cayera al mar borracho
y que me tragara entonces una puta ballena blanca
-o del color que fuera-
es duro saber que la mujer que uno ama
siente un profundo rechazo por uno
y que a pesar de ello uno la sigue queriendo
uno sueña cada noche con ella
uno sostiene conversaciones imaginarias con ella
y en las conversaciones uno logra dar con las palabras precisas
para convencerla a ella de regresar con uno
-uno es un patético pendejo enfermo de amor-
es duro, francamente muy duro
vivir con este sentimiento
alcoholizarse sabiendo que con eso no se remedian las cosas
el puto amor no se quita con nada
y el olvido tarda más de la cuenta en llegar;
hace un par de días conocí a una tipa en la playa
-una yegua de largas y torneadas piernas-
ambos bebíamos cerveza debajo de una ramada
la yegua vestía bikini de esos de hilos
un hilo remetido en la raja del coño y entre las nalgas
otro hilo cruzado sobre las tetas y sujeto a los pezones
-nomás le faltaba llevar un letrero en la frente
donde dijera "me dejo culear gratis"-
me senté en el taburete a su lado y le dije hola
ella me dijo hola
no la quiero hacer larga
el caso es que un rato después estábamos en el baño
ella se puso de espaldas a mí y se sujetó del lavabo
yo le hice a un lado el hilo del coño
entonces pensé en aurora
de pronto imaginé su sonrisa de niña tímida y triste
el amor inundó mi corazón como una catarata de miel y flores perfumadas
"su puta madre -recuerdo que pensé-
no puedo mancillar este hermoso y puro sentimiento
metiéndole la verga a esta degenerada zorra caliente"
le volví a poner a la yegua el hilo del coño en el coño
le dije que no podía cogerla, que estaba borracho
ella me miró con expresión perpleja
¿será puto este hijo de la chingada? -se leía en su cara-
salí de aquel lugar lo más rápido que pude
subí al carro y volví a mi cuarto y me tiré en la cama
y me pasé la siguiente hora llorando como un estúpido colegial
que acabara de enamorarse por primera vez y no tuviera
ni puta idea de la falsedad y el asco y la mierda
que cada historia de amor alberga en sus entrañas;
cuando terminé de llorar ya estaba oscureciendo
y se había hecho tarde para pensar en volver a la ramada
pero no sé por qué me sentía casi exultante
y me embargaba el cuerpo un extraño sentimiento de felicidad
como si al haber dejado escapar la oportunidad de cogerme a la yegua
en algún orden de cosas superior hubiera obtenido a cambio
una especie de triunfo o poder avanzar hacia un punto más alto;
ahora que escribo al respecto un par de días más tarde
y he visto la foto que aurora subió ayer al facebook
-en ella sale besando a un pendejo que fue su novio hace años-
me pregunto si los hombres no hacemos más que cagarla en todo caso
cuando nos dejamos influir por el corazón y sus putas veleidades
en lugar de pensar con la verga y actuar en consecuencia

y es duro tener que admitir que probablemente así sea

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