jueves, 15 de mayo de 2014

UNO NORTE. SARCO LANGE



y también pasé por una calle rodeada de buganvilias/ mezcla de portal antiguo/ con la falta de ortografía de mis deseos

pérgola funeraria de los buenos tiempos

una vida entera
no nos bastaría/ para poder 
morir

¿qué hacer
frente al bosquejo de una mano
que comienza bruscamente
a parir dedos y dedos y dedos y más dedos
y al final
como para darte el tiro de gracia
te dice sóplame las bofetadas?

pues bien
yo entré al garaje
de aquella casa

en la pared principal había una frase escrita con aerosol negro/ decía simplemente CUIDADO CON TUS GATOS

sin llamar la atención del dueño de casa/ que podía estar en cualquier habitación husmeando/ y haciendo el menor ruido posible/ saqué mi lápiz labial de la cartera/ y escribí abajo de eso/ llevo dos años
desenredándome con púas el cabello 
siendo calvo

manco

después vigilé de cerca
cualquier indicio de recuerdo
para evitarme entrar
en el quirófano
del miedo

aspiré
todo el oxígeno
que cabía en los bolsillos
de mi pecho

cerré los ojos

y dejé caer
los brazos

me quité las ropas
me desnudé
me concentré lo mejor que pude/ en el pálido aullido del poema
y ya no con el labial
sino con la sangre
que me chorreaba de las uñas
volví a escribir
dios déjame ser dios
para quitarle
todas las atroces madrugadas

y me volví
a vestir

con la cabeza
en alto

como la luz jamás ha sido impedimento para la felatio de las sombras
hice lo de siempre/ un grito destemplado
con más sabor a raíces que a polillas
un grito de esos donde las madres
vienen corriendo demasiado perturbadas
preguntando que de qué va tanto homicidio
pero esa tarde no había madre/ ni padre/ ni hermana/ no había tribu
sólo un grito usurero/ más bien un alarido
un brusco frenazo de camiones sobre la escarcha
o en la dinastía bipolar del arrebato

y salí

el hombre/ el dueño de casa/ el bello joven el más estúpido
nunca supe si estaba escondido
si estaba durmiendo
si estaba agonizando
si estaba muerto
si no estaba
si nunca había estado
si existía
o simplemente era el atroz sudor de la plegaria
mientras se invadía de farmacias

una pésima
broma
nuestra cultura macabra

el hecho
es que yo sentía
que por ojos
llevaba canastos/ repletos de terrazas
y lagartos con pedazos de rodillas/ entre los dientes
así que me tragué el resto de saliva y poemarios
que guardaba bajo los párpados/ tu música
y me senté/ me senté tan puta como santa
en la costura arrepentida de un nogal
que en vez de nueces
descosía el nombre

bordaba
guitarras sin cuerdas
pero tan de manicomios

tejía
el vello/ su imposible

se abrigaba

e igual que cuando un anciano
deja por última vez su orina derramada sobre los calzoncillos
y desde afuera/ irremediablemente
una voz grita en la puerta de entrada
¿¡hay alguien ahí dentro!?
y no sabes quién mierda puede ser
si es uno que te viene a vender biblias
o quizás son mormones
o el lechero o la vecina loca que de nuevo se le perdieron las llaves
o el típico fantasma  que de niño te embarazaba las pesadillas
pues bien/ mientras todo eso pasaba...
¿yo?
yo también pasaba

 
 
odié a Cortázar cuando en Rayuela lo único que hizo fue nombrar las calles de París
media novela se le fue dando el nombre de sus avenidas
 
Vallejo/ que era más peruano que el orgullo de saber que todo está perdido
jamás nombró una sola puta calle en sus poemas
mientras se moría de aguaceros
 
Bolaño igual hizo lo mismo pero con más clase
y Sbarra lo amé cuando se rompía tan prófugo
en lo que jamás pudo viajar
 
en fin/ odio cuando las calles aparecen en los textos
pero este garaje
quedaba en avenida El Líbano aunque no recuerdo bien el número
 
el asunto es que cuando te marchabas a casa
cuando te ibas
cuando escapabas
cuando desaparecías en el engranaje del regreso
todo era tan distinto
y no me crees
 
porque afuera todo alumbraba verde
 
y eran los pájaros
los que mecían
los árboles
 
y mis escamas
 
 
 
 











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