jueves, 3 de abril de 2014

LA MONSTRUACIÓN

Miércoles, 02 De Abril De 2014
Ya lo dijo el sabio: dejemos lo justo en las manos menos apropiadas: la justicia. No, señor juez, no confío en usted; ni siquiera en los que tiene detrás. Se le ha otorgado demasiado poder y con el tiempo se acomoda, se rasca los cojones y comete errores. Tengo un ambivalente sentimiento de esperanza y frustración ante las sentencias, resoluciones, vistas previas, mantras y demás píldoras de sabiduría que con frecuencia me llegan. Qué digo, me llegan, busco, anhelante, con ardiente sed de consuelo para el alma y júbilo para el ánimo. Entre vigilias de alcohol y amarga bilis, acudo en busca de inspiración y de animosa exaltación a la sabiduría de todos los tiempos en busca de estímulo para, no solo atravesar mejor o peor este triste y lacrimógeno valle, sino gozar dichoso de la vida como si de un lujurioso cuerpo de puta en celo se tratara. Y nada más cerrar el libro de Thomas Pynchon, el cómic de Spiderman o la última revista de Private, vuelvo al mundo real y a tropezar una y otra vez con los mismos torpes afanes, que como espumosa y fútil marejada, se estrellan destruyendo una parte infinitesimal de la roca.


Bien sabe que ese sentimiento indefinible que llamamos amor y creemos inagotable y nos supera, a menudo llega a su fecha de caducidad. Cuando esto sucede, a veces, una de las dos partes no deja libre a la otra y la sume en un duro peregrinaje de mutilación mental, dolor físico y subyugación de la personalidad. Qué me cuenta a mí, señor Juez, del ego, el superego, el alter ego y no sé qué pollas más, cuando ante tal sinsentido, conviene armarse de valor y hacer un alto en el camino, ladear la espalda y desprenderse de ese inútil equipaje para la vida. Qué hará que sea tan lenta e inepta, señor Juez, la señora Justicia para la que trabaja, que montones de denuncias desatendidas y leídas pugnan por desbordarse del hueco donde yacen olvidadas, ¡qué gran consentidor es usted! Mientras que, a personas que necesitaron de su eficacia y de un sistema competente, se las ha llevado la portadora de la guadaña de manera injusta y prematura, por aquellas que una vez amaron.


Yo hubiera deseado unas palabras diferentes respecto a usted y al desempeño de sus funciones y porque no, la compañía de una bella mujer que, como Al Pacino en Esencia de mujer, guiara mis pasos en pos de una velada no accidentada. Y digo no accidentada, no porque sufra de invidencia como en la película que protagoniza el gran Al, sino que voy ciego de tantos tragos para aguantarle a usted. Y a dos tragos más que me casque, casco.


Y es que no creo en usted, juez infame de las pelotas.




Tags: JuezKtuluamorcaducidad
Publicado Por Cabronidas

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