miércoles, 24 de abril de 2013

SARCO LANGE

la hora muda



esa cosa roja
que tienes entre los labios del coño
cuando te abres de piernas
no es carne

es una gruta

por eso
me gusta tanto entrar

para rezarte

porque
te rezo

hincado en el orgasmo
supurando la plegaria del deseo

y mientras estoy entrando
amor, me encandila la luz
floto en una nube tejida en coágulos
me drogo con el sándalo de tu santidad
y me cubro la cara de barro

y de cenizas

adentro
del pasillo nupcial de este gran morbo
te nombro a gritos
te invoco en el altar del sufrimiento
mientras tu orina
me azota la pupila izquierda
la derecha
la del centro
y la de abajo
de tus paredes caen caballos alucinados
que hacen fabulosos malabares
antes de transformarse al sol

la muerte me guiña un ojo
tu ojo me guiña la muerte

y te chorreas

y el
pánico


Ese fue el último poema que te había escrito debajo del pino del que tanto te he hablado, estaba muy fumado, no debería haber prendido la mecha, pero era preciso hacerlo, digamos que era justo, todo es tan tarde, no me importó la hemorragia de la encía ni menos el salvaje aullido de tu recuerdo arañándome el vivir.
Después vino lo de siempre, ojos rojos que arden al infinito, el hambre feroz y la hermosa taquicardia que nos despeina el pulso.
Luego corregí el poema y le cambié el 86% de lo escrito.
Más tarde lo volví a corregir y lo dejé tal cual lo había hecho en un principio.
Eso es trampa, es una cobardía absoluta, eso es ser un hijo de puta, pero cuando estás a punto de dislocarte el alma no hay trampa que sea tan poderosa como para zurcirte la razón.
Mi viejo en su silla de ruedas hubiese pensado que todo era un escándalo, pero el viejo dormía en el living y yo me condecoraba en lo más gallardo de un asesinato al corazón.

pasiva depresión
en el curso de un amparo de tragedias
cómo no querer arrebatarte el hombro
y esculpir en él
el rostro luminoso
de un grito
que se hizo hijastro
cuando se perdió la madre

Le di comida a las perras, me lavé las manos, me tomé un agua mineral gasificada, a lo sano, y partí de vuelta a casa. Me enferma viajar deprimido en el metro. Te pensaba caminando por tus calles, con gafas negras, pañuelo al cuello, auriculares en los oídos, como siempre, y un poema en la retina.
Lo más parecido a un carnaval que me ha pasado en la vida es fumar marihuana y viajar en metro.
Es como la vida. Y es triste.

Trataba de escribir en una libreta algo que dijera Bosque

pero no puedo hablar de bosques
cuando el árbol más delicado
y francamente universal que habita en él (en mí)
se encuentra vociferando el riego
de un amor vuelto tiniebla
y que cuando empieza a atardecer
una bandada de pájaros de fuego, enormes
te coronan princesa
en el reino sagrado de este fatal amar

Pero no lo escribí porque me dolía mucho el espíritu...¿Te ha dolido alguna vez el espíritu ?. Imagina que estás acostado en el medio de una carretera de alta velocidad y pasa un camión de 15 toneladas a 160 Km por hora, te hace puntería, una macabra puntería, y sólo pasa sobre tu sexo erecto. No te mata. Pero te maldice.
Eso sentía.
Así que no escribí nada. Te seguía pensando, mucho, y tuve tantas ganas de fumar que me bajé del metro doce estaciones antes de donde debía de bajar y caminando por las calles me fumé la vida. Y también la muerte. La llevo bajo el brazo como una axila demoniaca que me lame la prestancia del no poderme conocer, sucio rastro de comanche medio alcohólico medio idiota medio ciego medio lunático medio poseído en la religión de tu elegancia medio pasmado ante la tamaña belleza de tus ojos medio vivo pero totalmente enamorado.

porque el amor
es una droga aún más potente que la hierba
y menos escandalosa que un whisky a las 10:30 de la mañana
el amor es una condena de miel
que alimenta las horas mudas
esas en que ya te quieres morir
pero que no lo haces
pues aún te quedan tantas madrugadas azules
para seguir follando la esperanza

Y en pleno masoquismo, en pleno vuelo, en plena pelea con la cordura, pongo en el teléfono esa música que te rompe las venas, ponte tú Dream On de los Aerosmith, sí, puse ésa en una versión en vivo de 2003 en Arizona, Dios...la puse como quince veces mientras comenzaba a caer la noche...¿Sabes lo que significa estar aturdido, pensando en ti y oyendo esa canción?...No se lo doy a nadie.
Caminé y caminé preso del más sórdido de los abandonos. No sentía los pies pero sí la sangre correr por mis encías. Y me dio sed. Se me secó la boca. Si pasaba a beber alcohol a una taberna me podía subir la presión y aumentar la hemorragia. De modo que decidí entrar en una y pedir sólo una Coca Cola fría. Me siento en una mesa, llega la mesera, me pregunta qué voy a consumir y le digo tráigame una cerveza de un litro por favor (me traiciono, mi amor, siempre lo hago)...
La hierba estaba en mi cabeza en ese punto en que los colores te hablan y las palabras son como colores. No tenía papel para escribir ni lápiz ni nada.

dulce hechicera de ojos de rubí
gitana maldita en medio del mar de esta locura
dame tu mano que quiero verme la suerte
aunque mañana todos los candados del morbo
me cierren la boca
para nunca más saberme morir

Fueron dos litros, varios cigarrillos, tres meadas en el baño, la vena de la frente que amenazaba con salirse de la piel y tú más bella que nunca, aunque jamás te gustó que te lo dijera.

Cuando salí a la calle ya el sol se había ido a la mierda, pero no había luna ni tampoco había estrellas. La noche estaba nublada y era tan tarde que el metro estaba cerrado pero mi alma no. Me fui caminando a casa, y cambié de música. Pero ya te dije, me traiciono, ¿sabes la que puse?...I Will de Radiohead, versión con Björk de Japón 2011. La cosa era rajarme. Destruirme. Hacerme soplo macabro en el epicentro ansioso de un dolor que sabe doler. Fue la mejor opción que encontré dentro de los cajones de esa hora huérfana, sin saber cómo volver a casa, ni menos cómo detener la hemorragia de la encía. Pero ya la sangre se estaba secando, una especie de costra en los labios, oscura, seca, con aspecto de coño menstruado de la noche anterior.

No recuerdo muy bien lo que pasó en las siguientes horas.

Sólo sé que por la mañana miré por la ventana y te reconocí en la lágrima eterna que caía desde el cielo, dibujando un país inmerso en la derrota, trazando la piel de este poderío que se hace carne cuando se me pudre la distancia.

detrás de tu cama
hay dos faros
quizás no los hayas visto aún...

pero están

están...




                                                                                                                 (el desenlace)






el rasgo
era ese

el decir te amo con furia
al compás perverso
de las águilas
mordiendo el cuerpo

todo es
una franja de aeropuerto
a punto de volverse anciana
y el temor de los candados
y el sabor de la piel entumecida

volar hacia dentro
y cerrar los ojos
para que no se escape tu nombre
mientras me pongo a morir
qué mejor labor
cuando los pies son como alfombras
que cubren el sol y la dislexia

ahora el vértigo
la partícula de tu sueño
adosado al escombro
de esto que le llaman existir

Sergio Rioja
me decía que no quiero salir

y esa
es la verdad

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