Acabo una libreta. Se amontonan en
mi escritorio, son retazos, frases sueltas, prosa vertical, relatos que mueren
en la síntesis, vericuetos anacronismos que no
alcanzan para un poema. Nada reseñable que valga la pena, tampoco le doy demasiada
importancia, no me empecina ser leído, ni pienso en que alguien tenga interés
en oler mi mierda; lo considero un ejercicio inútil pero resultón, así es como
sacio de tinta mi ego. Tengo que escribir como tengo que beber, follar o
respirar, quizás si me obligaran no podría hacerlo; mientras tanto relleno
libretitas cuadriculadas con bolígrafos de propaganda, de vez en cuando un
dibujillo para aderezar una esquina vacía, otras veces me cabreo, por no poder
ni tan siquiera esbozar un: te quiero.
ResponderEliminarMe encantan tus reflexiones, ya sabes que aquí puedes reflexionar todo lo que quieras y cuando quieras, Jorge. Abrazos.