domingo, 16 de diciembre de 2012

Exprimir un recuerdo (de Toni y Marta, a 4 manos)






La calle está vacía. ¿Vacía? De personas. Ah. Sí, hay casas, coches aparcados, árboles todavía con restos de verano en sus ramas, nubes grises, y el viento removiendo lo removible. Las hojas caídas, arremolinadas, temen con resignación el paso del barrendero. Algunas esperan, con algo más que deseo, es decir, ensayando pequeños saltos, un último o penúltimo vuelo. La mayoría lo conseguirán.

 
Ahora pasa un hombre, como de hierro a los ojos del frágil adolescente que mira a través de la ventana. Un cuerpo no agitable, aparentemente. ¿Qué mostrarían sus pensamientos si encontraran una grieta en su orgullosa cabeza y quedaran escritos en el aire?
 
 
Frente a él, frente a ambos, se abre, por fin, una rendija en la nada y aparece Ella. Cierra la puerta. Pasa la llave. Baja, con sus botas como recortadas a la altura de un equilibrado tobillo, los seis peldaños que la separan de la acera. Su vaporosa minifalda parece querer irse con el viento, pero a la vez quedarse. La firme espalda del hombre, cubierta por un abrigo negro, bascula hacia la derecha al cruzarse con Ella y un ligero, imperceptible temblor, la agita. Sin duda, algo vibra, entra en el cuerpo del aire y fluye a través de él.
 
 
Dentro, en la casa del adolescente que mira y suspira, la única vecina - el edificio dispone de dos viviendas – murmura. Ha subido a por sal. Siempre echa en falta pequeñas, pequeñísimas, cosas. Mamá dice que todas esas pequeñas cosas, sumadas, hacen una de muy grande. Soledad dice que se llama. Almendras amargas, parecen. “Ya sale el pendón de ahí enfrente, esa mujer solo quiere que se la miren” murmura la vecina, negando la diversidad del mundo con la cabeza. El adolescente, de espaldas, arrodillado en el desvaído sofá, se revuelve en silencio. Su hermana, de visita, mayor que él y con más recursos, toma el libro que ahora lleva en su bolso. Y antes de que la vecina desaparezca en dirección a la cocina, lee en voz alta y clara:
"Sofía nota el efecto que causa en los hombres su nuevo atuendo. Es como si el arreglarse de manera "femenina" fuera igual que lanzar una sarta de cohetes al aire anunciando que estaba disponible o le interesaba el sexo."
 
 
- Palabra de Gioconda Belli – dice la muchacha cerrando el libro, dispuesta a iniciar un pedagógico debate con la señoraalmendras amargas.

1 comentario:


  1. Que bueno Marta, me ha gustado mucho, mejor dicho muchísimo jajajaj. Besos para ti y para Toni, espero que ponga algo de lo suyo por aquí pronto.

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