lunes, 9 de julio de 2012

NEORRABIOSO---- BATANIA


lunes, 9 de julio de 2012

La última piña (y IV)


El resentimiento que empecé a incubar contra él por culpa de su maldita superioridad en los lanzamientos acabó siendo de tal calado que dio pie a uno de los episodios más miserables de mi existencia, el que sucedió cuando mi padre agonizaba en el hospital de Cruces y me vino a la cabeza el pensamiento de que en ese instante podría ganarle lanzando una piña.

Esto es, quiero decir, me explico.

Tu padre está tendido en la cama como una peladura de plátano, muriéndose como les gusta morirse a los muertos, probándose las distintas caras de muerto, las diferentes posturas del cadáver, y tú, en lugar de sufrir y padecer con él, en lugar de darle tu calor y tu afecto o tu simple compañía, te pones a pensar con mezquindad y con el colmillo goteante en que ahora ya no podría ganarte en el lanzamiento de piñas.

Ahora sí que te gano, ahora te aplasto, cabrón, ahora me voy a vengar de las doscientas veces que te dejaste ganar para humillarme.

Ahora que estás enchufado a los cables, ahora que estás amarillo, ahora que estás entre botellas de suero, ahora te gano, yo-te-gano.

Ahora que has perdido veinte kilos en quince días, ahora que los médicos te dan unas semanas de vida, ahora es el momento.

Hay que ser miserable. Luego me gusta mucho hacer de moralista universal y condenar a Putin u Obama o a los paramilitares de alguna aldea de Latinoamérica, pero..., ¿para qué me voy tan lejos, si para condenar al homo sapiens tengo alguien más a mano, si la sentina que es el hombre y la existencia y la humanidad entera empieza en mí, tiene en mi persona a uno de sus ejemplares más representativos?

No me flagelo más porque la causa y culpa de todo esto la tiene mi propio padre. ¿Quién se preocupó sólo de enseñarme a ganar? Mi padre. ¿Quién me decía siempre que ser feliz era un asunto de segunda categoría? Mi padre. ¿Quién me alertaba siempre contra la amistad? Él. 

A veces creo que en este libro estoy utilizando su figura para mis fines, pero otras veces pienso justo lo contrario: ¿no es mi padre el que me está utilizando a mí? ¿No es él quien me ha creado para permanecer, para sucederse, para prolongarse, para vengarse? Pues, si no fuera por su muerte, ¡qué me importarían los organizados, esos insectos que no merecen más que indiferencia! Pero ahora los odio y, si pudiera, intentaría destruirlos. ¿No es mi padre el que me lanzó desde su lecho de muerte, el que, entre botellas de suero y cables conectados, hizo su último y más increíble lanzamiento? 

¿Qué hago en Madrid? ¿Quién es Batania? ¿Por qué he comenzado a escribir, si la escritura me cuesta y no tengo vocación y me causa sufrimiento? ¿De dónde me viene este misoneísmo y esta estúpida megalomanía y este soy-capaz-de-todo? Pienso. Me toco. Me escucho. Zium, zium. Este sonido extraño de mi respiración. Esta fuerza asombrosa que me mueve. Este algo superior a mí, zium, zium, como si fuera llevado, zium, como si fuera motorizado, zium, dando vueltas enloquecidas, zium, zium, zium.


Yo soy la piña.
.

1 comentario:

  1. Desde luego que eres La Piña, y bien lejos que te lanzó, aún sigues viajando por el aire y con mucha velocidad que llevas, menudo lanzador era tu Padre!!! y tu, menuda Piña!!! Que orgullo de PADRE Y DE PIÑA. Abrazos.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...