domingo, 3 de junio de 2012

Rafael Reig. Escritor.



La gloria del intento

He leído en www.slate.com un comentario interesante de Ron Rosenbaum sobre el poema An Arundel Tomb, de Philip Larkin. Aquí lo puedes leer.
Y el poema completo lo puedes leer aquí. O escucharlo en la voz del propio Larkin aquí.
Lo que dice Rosenbaum sobre Auden y Larkin, poetas avergonzados de su propia fe en el amor, es muy interesante, pero a mí me parece que le falta recoger el guante que Larkin nos tira en el poema.
Ante la estatua funeral de una pareja cogidos de la mano, a Larkin se le va la ídem y escribe un poema según el topos clásico amor más poderoso que la muerte. El último y famoso verso es:

What will survive of us is love

Lo que sobrevivirá de nosotros es el amor.
Nada más escribirlo, al buen Larkin, le da la erisipela, le da grima, le entran calambres en el espinazo, se le hincha esa vena de la frente y tanto le laten las sienes que la noble cabeza parece a punto de reventar como un triquitraque.
Fuera de sí mismo, se increpa en tercera persona: oye, Philip, tronco, ¿en qué pinchaúvas sentimental te has convertido? Esa patraña ni tú mismo te la crees. Larkin, animal, reacciona, tú eres inglés, eres poeta laureado (in péctore, si hasta rechazaste el título, amigo mío), eres un cínico, tienes la casa llena botellas de whisky revistas pornográficas, ¿cómo puedes tú llegar a la misma conclusión a la que llegarían, tiritando de emoción, María Teresa Campos o su puñetera hija Terelu o cualquier teleserie? Si parece una canción de los Beatles, alma de cántaro. All you need is love, no te fastidia.  Vas a acabar como los Beatles, tú que escribiste:
Sexual intercourse began
In nineteen sixty-three
(which was rather late for me)
Between the end of the Chatterley ban
And the Beatles first L.P.

Por así decir: El folleteo empezó /en el sesenta y tres /(ya era un poco tarde para mí), /entre el fin de la prohibición de Lady Chatterley /y el primer L.P. de los Beatles.
(Entre paréntesis: yo naci en ese Annus Mirabilis, así se titula el poema, en el que empezó todo el folleteo. Todavía era un poco pronto para mí, así que también me lo perdí, como el pobre Larkin).
Se decía Larkin, desencajado, fuera de su quicio, ante el espejo: A ver, cara candado, seamos serios, pero si a ti se te recuerda por versos como estos:
They fuck you up
your mom and dad
(Siempre te joden, tu papá y tu mamá)
¿Y ahora te vas a poner a hablar de amor eterno, zángano de colmena? Pero ¿tú te has mirado bien, Philip? Anda, mírate bien y ahora dime que el amor nos sobrevive, a ver si tienes cuajo:



De hecho, Larkin odiaba ese poema, siempre lo dijo, y reconoció que hasta se equivocó de mano al hablar del guante (y es verdad que se confundió y que las manos, se enteró luego, eran un añadido muy posterior).
La tesitura, el dichoso predicamento (en el que también se vio Auden, como explica Rosenbaum) es muy clásica: Larkin ya no es capaz de escribir en serio ese poema, como todavía lo podía hacer, pongamos, Quevedo (polvo serán, mas polvo enamorado, etc.).
Y sin embargo… ¡cómo le gustaría creerlo de verdad!
Así que Larkin sólo lo escribe casi en serio.
Qué pillín, ¿verdad?
Igual que quien se insinúa a una chica y deja un portillo por el que escapar si es rechazado: que era broma, tía,  no iba en serio, ¿no me digas que te has creído que lo decía en serio? Ja, ja, ja…
Ahora, rebobinando un poco más, veamos la última estrofa completa y esa poterna que deja entreabierta Larkin por si las cosas se tuercen:
Time has transfigured them into
Untruth. The stone fidelity
They hardly meant has come to be
Their final blazon, and to prove
Our almost-instinct almost true:
What will survive of us is love.
Más o menos: El tiempo los ha transfigurado / en falsedad. Esa fidelidad / de piedra que apenas pretendieron ha terminado siendo / su blasón final, la prueba /de que nuestro casi instinto es casi cierto:/ lo que sobrevivirá de nosotros es el amor.
Casi.
Casi instinto, casi cierto.
Por ahí tenía una salida, a través del casi.
Y sin embargo… (como diría Machado).
Ysin embargo Larkin quería creérselo, y detestaba necesitar creérselo, detestaba echar de menos el amor eterno y que la mano escribiera sola aquellos versos, por su cuenta, sin estar sujeta dentro del guante de hierro (de la razón).
Hace poco el poema cobró actualidad.
El 11 de septiembre una pareja se tiró desde una de las Torres Gemelas cogidos de la mano. A un periodista no se le ocurrió otra cosa que citar el poema de Larkin y repetir con énfasis: lo que sobrevivirá de nosotros es el amor.




La imagen que inspiró a Larkin fue esta escultura en una iglesia:



El poema describe las figuras yacentes, el tiempo que ha pasado sobre ellas y parece gravitar sobre el último verso: sólo el amor ha sobrevivido.
No  es verdad, creo yo: el centro del poema se sitúa en el momento en que el poeta contempla, más bien indiferente, las dos figuras, y de pronto repara en el guante (o mejor guantelete o manopla, el guante de hierro) que se ha quitado el caballero para darle la mano a su dama:
Such plainness of the pre-baroque
Hardly involves the eye, until
It meets his left-hand gauntlet, still
Clasped empty in the other; and
One sees, with a sharp tender shock,
His hand withdrawn, holding her hand.
Algo así como: La simplicidad del pre-barroco, apenas atrae la mirada, hasta que el ojo se tropieza con el guante de la mano izquierda, aún agarrado, vacío en la otra mano; y uno ve, con un tierno sobresalto afilado, su mano alejada cogiéndola de la mano.
(Sí se equivocó, es el guantelete de la mano derecha, que lo tiene aferrado en la izquierda).
Ese sharp tender shock (o lo traduce mi amigo Jordi Doce o pierde mucho ese choque) es el nudo que ata todos los hilos sueltos del poema.
¿Por qué lo creo así?
Porque quitarse el guante es una expresión de voluntad. En ese gesto esta presente, no el amor eterno, sino las ganas de que lo sea, el deseo insensato de hacerlo eterno.
El caballero que va a morir se quita el guante de hierro de la razón (que le dice que hasta aquí hemos llegado) para cogerla de la mano y hacer como si creyera que el amor sobrevivirá.
Como suele decir mi amigo Luis Landero, esta es la enseñanza de Clavileño.
En ese famoso episodio, los duques le gastan una pesada broma a don Quijote y Sancho: les vendan los ojos y los montan en un caballo de madera para hacerles creer que viajan por el aire.
Sancho desconfía y cree que se están burlando de ellos.
Bueno ¿y qué nos importa?, le dice más o menos su señor don Quijote: si es una burla, ése es su problema, a nosotros no nos incumbe, porque, aunque sea de broma para ellos, nosotros nos lo tomamos en serio y nadie podrá quitarnos la gloria del intento.
De eso trata el poema de Larkin: de la gloria del intento.
El amor no es eterno ni sobrevive a la muerte, pero nadie nos quitará la gloria del intento.
El intento es precisamente quitarse el guantelete para darle la mano.
Sabemos que la vida no tiene sentido y que el amor no existe, pero nos queda la gloria del intento de vivir en serio y querer en serio.
Si era broma, eso a nosotros no nos incumbe: es su problema.
Así que, en el fondo, al final, el poema de Larkin trata de la turbación que sentía el propio Larkin al escribirlo, de su balbuceo (esos dos “casi”) porque no cree que sea verdad lo que dice, pero quiere sentir la gloria del intento, quiere tomarse en serio la broma.
Ante esa estatua, Sancho Panza y una parte de Larkin, dirían lo que decimos en España ante una estatua muy parecida:

Los amantes de Teruel, ¡tonta ella y tonto él!
María Teresa Campos, su hija Terelu y una teleserie, en cambio, se lo creerían a pies juntillas.
Don Quijote (que bien sabe que lo de Clavileño es una engañifa) y Larkin actúan como si lo creyeran, lo intentan, a despecho de la realidad, aunque ya saben que no es verdad.
Ésa es su gloria, la del intento, vivir como si todo fuera verdad.
De ese guante vacío, aferrado en la otra mano yerta, sale el poema vivo que acaricia la mano.

mayo 29th, 2012

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