domingo, 3 de junio de 2012

Pobrecito Hablador del Siglo XXI. Escritor.



Adán y Charles Kettering (un hilván sin vino)

Casi siempre que escribo aquí lo hago de la siguiente manera: primero como opíparamente y mientras como y bebo se me ocurre lo que voy a escribir, y lo hilvano en una libreta de pespuntes. 

Después llego a casa, me echo una buena siesta, y al levantarme conservo en el paladar el  vino porronero y el recuerdo seco de la idea. Así que no me queda más remedio  que ir inmediatamente al cuarto de baño y refrescarme la cara. Caliento agua, me tomo un te y mientras se enfría, conecto el ordenador. Con el primer trago, el pespunte se licua de nuevo, y entonces retomo el hilo y me pongo a teclear un documento de Word.

Cuando creo que ya tengo la entrada lista, corto y pego sobre el editor, cambio de tamaño y de tipografía las letras, busco  una imagen que ilustre la entrada y la cargo. A continuación me peleo con Blogger y con su manía de no respetar las órdenes que le doy. Finalmente, hago click en "publicar" y ya se puede ver, radiante y vestidita de domingo, una nueva entrada. 

Durante tres días corrijo y corrijo cosas que no me han gustado, frases que me chirrían, palabras que se repiten. A veces me dan ganas de suprimir la entrada, pero para entonces ya no es mía, y no tengo ningún derecho. De hecho, conservo a la vista  todas y cada una de las que he escrito, desde la primera, por mucho que al leer algunas me muera de vergüenza. 


Hoy no he respetado todo el ritual. Nada de lo que he explicado hasta ahora se ha realizado. Hoy he tecleado directamente sobre el editor del blog, sin pensar demasiado en lo que escribo, porque hoy quería seguir con "El mito y la furia", pero no encuentro a Adán, y tampoco a Maruja, ni a sus suegros, y quiero que me ayude Alfredo Lorente, un operario jubilado de la vieja y extinta "Hispano Olivetti" metido a detective después de que encontrase en un piso de su propiedad,  alquilado a través de una agencia, un extraño manuscrito. 

Aunque, seguramente, el motivo de esta extraña entrada sea esta frase que acabo de leer de mi libreta de citas. Me ha entrado tanto miedo que no me ha quedado más remedio que transcribirla aquí, como posible remedio o exorcismo. La perpetró Charles Kettering, fundador de "General Motors", dueño de más de 140 patentes: lo que hoy viene en  llamarse un emprendedor, vamos. 

A Kettering, un buen día,  le invadió una necesidad repentina de ser sincero:


"La clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento constante de insatisfacción"


¡Ay! , si lo leyese Adán



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