miércoles 18 de enero de 2012
Un silencio de siglos

Hace unos cuantos meses decidí no participar de la actualidad; me dije a mi mismo que la actualidad que me interesaba era la que pasaba por mi imaginación, por mi cabeza, por las venas de mi sangre y los conductos de mis fluidos.
Mi abuela decía que la cabra tira al monte, que es una manera muy clara y bien concisa de definir el determinismo, esa fatalidad gracias a la cual uno no puede librarse de la tiranía de su naturaleza.
Ayer escuché en directo el momento justo en que el juez Baltasar Garzón se despoja de la toga de magistrado, se levanta del escaño del estrado donde se sientan los letrados, camina unos cuantos metros y se sitúa sobre el banquillo de los acusados.
Cuando el juez se encaminaba hacia su destino, la redactora que narraba por la radio ese momento de ignominia histórica de la justicia dejó de hablar y durante breves instantes se produjo un silencio de siglos que me permitió oír el sonido de los pasos de Baltasar Garzón dirigiéndose hacia el lugar donde se han sentado miles de criminales y algunos inocentes.
Después, el juez que juzga al juez le preguntó su nombre, le preguntó la edad y le ordenó que se sentase. A continuación, uno de los abogados que ha asesorado durante los años de la rapiña a los encausados de la trama Gürtel para mejor robar, esconder, blanquear, y evadir el producto de su botín, inició el interrogatorio en representación de la acusación particular con preguntas dirigidas al hombre que le persiguió en nombre de la justicia y del pueblo español.
Y aunque esto que explico ya lo sabe todo el mundo y forma parte de lo más escrito y leído hoy en Internet, no por eso ha dejado de ocurrir. Así es que como la cabra tira al monte, yo no he podido sustraerme al oprobio porque yo también estoy ahí, en ese banco, sentado como un criminal, juzgado por un criminal y encausado por criminales. De manera que me cago en la Justicia, me cago en las leyes, en sus legisladores y en este país que protege al forajido y aniquila a sus garantes.
Mi abuela decía que la cabra tira al monte, que es una manera muy clara y bien concisa de definir el determinismo, esa fatalidad gracias a la cual uno no puede librarse de la tiranía de su naturaleza.
Ayer escuché en directo el momento justo en que el juez Baltasar Garzón se despoja de la toga de magistrado, se levanta del escaño del estrado donde se sientan los letrados, camina unos cuantos metros y se sitúa sobre el banquillo de los acusados.
Cuando el juez se encaminaba hacia su destino, la redactora que narraba por la radio ese momento de ignominia histórica de la justicia dejó de hablar y durante breves instantes se produjo un silencio de siglos que me permitió oír el sonido de los pasos de Baltasar Garzón dirigiéndose hacia el lugar donde se han sentado miles de criminales y algunos inocentes.
Después, el juez que juzga al juez le preguntó su nombre, le preguntó la edad y le ordenó que se sentase. A continuación, uno de los abogados que ha asesorado durante los años de la rapiña a los encausados de la trama Gürtel para mejor robar, esconder, blanquear, y evadir el producto de su botín, inició el interrogatorio en representación de la acusación particular con preguntas dirigidas al hombre que le persiguió en nombre de la justicia y del pueblo español.
Y aunque esto que explico ya lo sabe todo el mundo y forma parte de lo más escrito y leído hoy en Internet, no por eso ha dejado de ocurrir. Así es que como la cabra tira al monte, yo no he podido sustraerme al oprobio porque yo también estoy ahí, en ese banco, sentado como un criminal, juzgado por un criminal y encausado por criminales. De manera que me cago en la Justicia, me cago en las leyes, en sus legisladores y en este país que protege al forajido y aniquila a sus garantes.
Publicado por El Pobrecito Hablador del Siglo XXI
Como ya te he dicho en tu blog, vaya mierda de justicia tenemos. Salud y no pilles berrinche que te subirá la tensión y no solucionarás nada, con esto que has escrito tal vez soluciones que despierte alguna conciencia. Un abrazo Pobrecito.
ResponderEliminarYo también quiero ser tan criminal como el Sr. Garzón. Menuda caza de brujas.
ResponderEliminarQue Yama les acompañe a su reino y les haga un juicio justo.