jueves, 27 de junio de 2019

me dan envidia los pinches poetas que viven en países que son como hieleras


qué puta envidia me dan
por lo fácil que la tienen para dedicarse a su labor creativa
esos poetas oriundos del septentrión
y que desarrollan su vida en latitudes
donde prevalecen temperaturas de congelamiento
días ventosos, tormentas de nieve
espesos mantos de bruma, neblina y escarcha
extendiéndose interminables hasta los confines del ártico
sumiendo ciudades y aldeas, páramos y valles
bajo su aplastante y depresiva red
y llenando el alma de todos aquellos
que se debaten entre sus fluctuantes tentáculos
de pesadumbre, dolor y una constante
necesidad de empujarse un vaso de alcohol
a la primera oportunidad que se presente

qué puta envidia me da que hasta me pongo verde
pensar que con ese asqueroso clima
a los cabrones poetas no les queda otra más que encerrarse
y permanecer aislados del mundo durante semanas
sin contar con más opciones para matar el tiempo que
masturbarse, drogarse y escribir poesía

todo lo contrario a lo que ocurre, por supuesto
con los poetas que vivimos en los malditos países bananeros
con su clima tropical y sus putos mosquitos portadores de mil plagas
sus mujeres semidesnudas pululando incitantes por las calles
su ron barato, sus millones de expendios de cerveza,
sus putos partidos interminables de futbol en las callejuelas del barrio
sus playas llenas de gringas calientes y borrachas
tomando el sol despatarradas y con un puto trocito de tela tapándoles el coño
sus indígenas analfabetos y guadalupanos
que se cogen a todo lo que tenga un hoyo
su muerte bondadosa y protectora en cuyos brazos podremos al fin resarcirnos
de toda la puta chinga que fue nuestra pendeja vida

¿a qué poeta en su sano juicio, me pregunto
se le ocurriría preferir encerrarse a escribir un jodido poema
-un jodido poema que seguramente no leerá ni su puta madre-
en una pocilga ardiente y claustrofóbica
-donde se verá acribillado sin pausa por los temibles aguijones de los putos mosquitos-
cuando con solo largarse a la calle tiene para
bajo el esplendoroso cielo azul de un verano eterno
encontrarse seguro con algún amigote bebiendo cerveza en la siguiente esquina
en la grata compañía de un par de furcias cogelonas y ya medio borrachas
a las que pronto no habrá más remedio que
llevarse a meterles una buena cogida doble
debajo de las palmeras en la playa doscientos metros más abajo?

¿y qué poeta, no siendo un subnormal
-o uno de esos mariconcetes que le cantan al plenilunio tornasolado de tu acuática pupila-
y suponiendo que la inmortal diosa alada de la poesía
hubiese decidido aparecerse en su tercermundista aldea playera
-adoptando la figura de pudibunda doncella de enigmática mirada
que subirá a su buhardilla a inspirarle hermosos poemas de amor-
no la mandaría directamente a que le dieran por el culo
y la cambiaría por una lujuriosa morena en tanga y medio alcoholizada
que nunca en su puta vida ha abierto un libro y a la cual
lo único que le importa es bajar cuanto antes a la playa y
ponerse de culo para que la empotren a fondo?


¿saben algo?
no encuentro la manera de terminar este pinche poema

quizás si no lo estuviera escribiendo metido en el cuchitril donde vivo
asfixiado por el aire caliente y estancado de un mediodía de finales de junio
con el termómetro marcando 35 grados a la sombra
una sensación térmica de 42 grados
un factor de humedad del 95 %
el sol cayendo a plomo sobre el puto tejado de lámina de asbesto
las putas ganas que tengo de bajar a la playa y tirarme en la arena
a tomar cerveza bajo una ramada
y que después de la tercera cerveza llegase la yatziri amaranta o la deisi yamilé
y se agachara a mi lado a hacerme una mamada...

quizá si estuviera en reikiavik a 5 bajo cero y un tanto enloquecido por la soledad y el desconsuelo

quizá allí sabría qué mierda poner ahora para darlo por concluido




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...