miércoles, 26 de septiembre de 2018

parábola del bondadoso samaritano que resguardaba de los depredadores sexuales a las mujeres borrachas


afuera de un night club, un húmedo amanecer de septiembre
te encontré tirada en la banqueta

o habías tropezado con un saliente de los adoquines
y lo ebria que andabas te había impedido levantarte después,
o te habías trabado en un ajuste de cuentas entre compañeras
y la otra furcia te dejó en knock out

tenías la putifalda rota y habías perdido un tacón
la blusa desgarrada, las tetas de fuera
y en el pómulo derecho un hematoma

tal vez hubiera sido mejor que no me detuviera
que te dejara allí tirada como un perro y abandonada a tu suerte
y siguiera mi camino sin preocuparme de nada
pero tuve un momento de debilidad humana compasiva
y fue por eso que decidí brindarte mi desinteresada ayuda

(ahora sé que mi conducta fue la de un perfecto pendejo
un soñador sin malicia al que su bondad lo empujó a caer en una pesadilla
y que al final solo obtuvo como recompesa a su altruismo
que se la acabaran metiendo doblada por el culo)

de alguna manera logré que te pusieras en pie
te arreglé un poco la falda, te metí las tetas dentro de la blusa
te hice beber un trago del botellín de whisky que
siempre guardo en la bolsa de mi chaqueta para casos de emergencia
y por último saqué el celular y pedí un uber
para llevarte a mi casa y que allí pudieras reponerte
en un lugar a salvo de la amenaza de los degenerados
que rondan siempre la zona en busca de nenas pasadas de copas
para dejarles caer su asquerosa zarpa encima

una vez en mi casa, no sólo te preparé un baño con burbujas aromatizadas
sino que además te apliqué una capa de pomada de árnica en el hematoma
y por si fuera poco, puse una lavadora
sólo para lavar tu putifalda, tu blusa y tus pequeñas bragas de seda rojas

dada la condición etílica aguda en que te hallabas
-parecía como si te hubieras chingado tres putos litros de vodka en una hora-
llevé mi abnegada labor de asistencia higiénica corporal
incluso al extremo de meterme contigo en la bañera
para poder realizar una mejor y más profunda faena de limpieza de tus partes
cepillando delicadamente tu espalda, tus axilas, la parte interior a lo largo de tus piernas
frotando tu cabello con generosas dosis de shampoo l´oreal enriquecido con lípidos y vitaminas
para darle una apariencia radiante y juvenil y toda esa mierda
y friccionando amorosamente con las yemas de mis dedos
tus tetas y culo y las tiernas y suaves carnosidades de tu zona genital

después del baño te envolví en una bata acolchada
y te llevé cargada en brazos a la habitación
donde te coloqué suavemente sobre mi propia cama
con la cabeza apoyada en un mullido almohadón

no estabas todavía consciente del todo
pero ya comenzabas lentamente a salir
del tremendo estupor catatónico en que te habías sumido
por culpa del exceso de vodka ingerido y el posterior costalazo en la banqueta
y cuando me tumbé a tu lado en la cama pude percatarme
que tenías los pezones duros y puntiagudos como un estilete
y que a través de los labios separados de tu vulva ya escurría
una viscosa marea de caldo vaginal profundo

era tanta mi preocupación por que te sintieras bien
que a pesar de no sentirme especialmente atraído por mujeres de tu tipo
-menor de 20, tetas grandes, culo respingón
aspecto un tanto aniñado y con un aire a scarlet johanson-
me hice el ánimo a tragarme un par de viagras en ayunas y bajándolas con un trago de whisky
y después me subí encima de ti acallando mis prejuicios estéticos
sabiendo perfectamente que era mi obligación resignarme a prestarte auxilio sexual
y meterte una buena cogida para que la calentura no te llevara
a cometer el error de utilizar tus escasas fuerzas y energía
en hacerte una paja, exponiéndote con ello
a recaer en tu anterior estupor catatónico
y poniendo además en peligro tu salud y el proceso de recuperación que habías iniciado

ahora sé que no debí permitir
que mi bondad intrínseca me llevara a incurrir en semejante grado de entrañable filantropía
que no debí moverte de esa banqueta ni darte refugio en mi casa
ni restañar tus heridas y lavar y perfumar tu cuerpo
ni arroparte en mi cama y forzar mi cuerpo para que con él pudieras aliviarte
del puto incendio que te quemaba el coño

ahora, cuando el puto abogado vino a decirme
que la señorita kendra yadira me acusa de introducirle analmente sin consentimiento
"¡esa verga de burro que le cuelga entre los huevos al hijo de puta!"

y que a menos que pague la fianza fijada en 300 mil pesos

lo más probable es que no salga de aquí en dos años






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